CATEQUESIS

Objetivo: Aumentar la esperanza en la capacidad salvadora de Dios.
Ideas principales:
·De las situaciones más desesperadas, incluso de la misma muerte, Dios es capaz de hacer surgir una vida nueva.
·El dolor pone de manifiesto el pecado del mundo, abriendo el camino al arrepentimiento y la rectificación; cumple así una función redentora.
·La verdadera salvación viene de Dios y se experimenta en la medida en que progresa nuestra conversión.
·La Promesa futura y definitiva es para el pueblo capaz de comprometerse con la Nueva Alianza, que no necesita del Templo ni de la Ley porque siente a Dios en el corazón.
·Dios llama a personas que con su testimonio de fe consuelen y den esperanza a los demás en los momentos difíciles.
RESUMEN DE LAS IDEAS PRINCIPALES
Nadie, persona o pueblo, está tan perdido que no pueda llegarle la salvación de Dios. De esta esperanza debemos empaparnos meditando la Historia de la Salvación (especialmente la Resurrección) para poder testimoniarla ante los demás en momentos difíciles. Pero esta salvación sólo llega a quien es capaz de convertirse y adquirir un corazón nuevo, un nuevo estilo de vida de acuerdo con la Nueva Alianza.
DESARROLLO DE LA CATEQUESIS
Primer paso:
EXPERIENCIA HUMANA

Si la desgracia cae sobre nosotros solemos verlo todo negro. Pensamos que nadie nos comprende ni se interesa por ayudarnos o consolarnos señalándonos una salida.
Desesperanzados nos encerramos en nosotros mismos y nuestros escasos recursos amargándonos.
Puede comentarse si esta postura es frecuente y si tiene alternativas. Si nos vale el afecto de los amigos, si nos cuesta pedir ayuda, etc.
Segundo paso:
DESARROLLO DE LAS IDEAS PRINCIPALES

Introducción a los textos.
En la zona y época del destierro, se creía que cada pueblo y sus ejércitos eran protegidos por su dios territorial / nacional. La derrota de una nación era signo de la impotencia de su dios ante el enemigo. Por eso para Israel el destierro abre una profunda
crisis religiosa y de supervivencia nacional, pues su proyecto como pueblo se basa en la Alianza del Sinaí y carece de sentido guardar fidelidad a un dios humillado por otro superior.
El milagro es que esta lógica no sea seguida por los profetas y un núcleo de sacerdotes que, firmes en su fe, descubren que Dios no está atado a una tierra y se pierde con ella, sino que es Señor de la Historia y de la Creación. Por tanto suyo es todo el futuro como lo fue el pasado. La esperanza de sacerdotes, profetas y del resto de
Israel se confirma, pues Ciro, emperador de Persia, a quien se ve como un enviado de Dios, derrota a Babilonia y permite a los judíos en el 538 a.C. retornar a su país para reconstruir su nación (Esd 1,1-8). Dios ha vuelto a actuar en la Historia para salvar a su
pueblo.
La tradición sacerdotal.
Constituye una relectura de las tradiciones israelitas desde los orígenes a la muerte de Moisés, hecha desde la fe en lucha con el paso de la cultura babilónica y la situación de desarraigo del pueblo.
Resalta en estas tradiciones la capacidad creadora y salvadora de Dios y las relaciona íntimamente con los actos de culto, «ritualizando» los relatos para destacar que en el culto se actualiza y hace eficaz la acción salvadora de Dios (Gn 1,1-24; Gn 17; Ex
12,1-20; Ex 14…). Pone esta tradición más esperanza en la Alianza de Abrahán, en la que Dios se compromete unilateralmente, que en la del Sinaí que el pueblo ha traicionado. Valora la circuncisión como señal de pertenencia a un pueblo sin tierra, e insiste más en la ley del sábado y la asamblea litúrgica que en el Decálogo. Todo ello constituye un soporte espiritual que mantiene la fe e identifica al Resto fiel dentro de un medio hostil.
Dios es capaz de hacer renacer la vida desde la muerte: Ez 37,1-14; Is 46,8-13.
La reflexión religiosa alcanza en estos profetas su máximo grado de esperanza: nunca podemos darnos por perdidos cuando EL QUE TODO LO PUEDE está a nuestro lado.
Función redentora del dolor: Is 50,4-7; 53,4-5.
Cuando el sufrimiento aparece nos obliga a enfrentarnos con la realidad de sus raíces: y eso purifica a quien lo supera, pero también redime a otros porque desenmascara las causas del mal, los guía y consuela en situaciones similares, y al ser los hombres interdependientes también justifica al resto (Rom 5,18-19).
Conversión y salvación de Dios: Ez 18,25-32; 34,11-16.

Como Pastor que se desvive por sus ovejas y les indica el camino de la salvación así actúa Dios en todo momento. Pero la salvación o condena depende de nuestra conversión y disponibilidad a su llamada. A todo Israel llamó pero solo un Resto
respondió.
Un corazón nuevo, una Nueva Alianza: Is 43,16-21; 55,1-5; Jr 31,31-34.
No valen parches nuevos en odres viejos. La antigua Alianza ha mostrado su insuficiencia y hace falta otra profundamente nueva; otra que proceda de un cambio sustancial en cada persona y en el pueblo. Que no necesite de Templo ni de tablas de la ley porque su corazón está convertido a Dios y entregado el prójimo. Ese es el camino de la salvación.
Los hombres, vehículos de Dios para el consuelo y la esperanza: Is 40,1-11; 51,4-8.
Nuestro Dios no actúa mágicamente en la historia sino a través de hombres que libremente asumen su causa y preparan a los demás la llegada de su consuelo y esperanza.
Tercer paso: NOS PREGUNTAMOS
REFLEXIÓN E INTERROGANTES

Los cristianos decimos ser el pueblo de la Nueva Alianza. Jesús es nuestra Redención y Esperanza. Pero, ¿Tenemos el corazón lleno del amor que Dios quiere o aún lo tenemos de piedra? ¿En el dolor y desgracia buscamos en Dios la luz y la esperanza? ¿Nos preocupamos como los profetas de llevar una palabra de consuelo a los demás?
Cuarto paso: ORIENTACIONES PARA HABLAR CON LOS NIÑOS
Decir a los niños que a Dios no le encontramos sólo rezando. Es necesario cuidar el corazón. Ser buenos desde dentro. No basta parecer que somos buenos. Es necesario serlo. No hay nada mejor para encontrarse con Dios que el hacer el bien en los demás
con ganas de verlos felices.