
Num 11, 4-15
Este pasaje lo podríamos orientar sin lugar a dudas hacia todos aquellos que han sido puestos por el Señor para conducir una comunidad hacia la santidad (padres de familia, ministros, supervisores, maestros, etc.).
Moisés, a pesar de ser un hombre de gran santidad y de llevar una comunión y comunicación estrecha con Dios, siente el peso de tener que continuamente «cargar» con aquellos, que encomendados a su cuidado, por el cansancio del camino se revelan contra el proyecto de salvación convirtiéndose en un lastre difícil de llevar. Sin embargo, como puedes ver, Dios no abandonó a Moisés dándole al pueblo lo que pedía y ayudando a Moisés a conducir al Pueblo hasta al Tierra Prometida.
Pues de igual manera, si tú te sientes cansado y piensas que es mucha la carga que Dios te ha puesto para llevar a la santidad y a la vida del Reino a aquellos que Dios te ha encomendado: clama al Señor. Recuerda siempre que no estás solo; que Dios y su infinito poder te acompañan y son el instrumento para que puedas realizar lo que Él mismo te ha pedido. No desfallezcas, haz tu parte humana, y pide al Señor los elementos y recursos que necesitas. Él no te abandonará y escuchará con amor tu suplica.
Mt 14, 13-21
Este relato del evangelio está lleno de enseñanzas, sin embargo valdría hoy la pena reflexionar en lo que quizás encontramos al centro de éste, que es: «compartir».
Es interesante cómo los apóstoles dicen: «Lo único que tenemos son cinco panes y dos pescados»… y quizás se podría agregar: «Pero estos son para que nosotros comamos». Jesús nos enseña que es precisamente en el compartir en dónde se puede experimentar la multiplicación.
En un mundo que vive cerrado sobre sí mismo, siempre ávido de atesorar, que importante es el poder experimentar que en el compartir está la felicidad y la paz del corazón. Es la experiencia que libera profundamente al hombre y lo hace ser auténtico ciudadano del Reino.
Es precisamente cuando compartimos, cuando somos capaces de romper nuestro egoísmo, y compartir con los demás los dones (materiales y espirituales), cuando podemos decir con verdad: soy libre. Las cosas tienden a sujetarnos y llegan hasta hacernos esclavos de ellas. El Ejercicio de compartir nos asegura que la redención de Cristo ha sido operada en nosotros. Contrariamente a lo que se podría pensar, la única forma de ser verdaderamente rico… es compartiendo y compartiéndonos. No dejes pasar este día sin tener esta magnífica experiencia de compartir.