
Gén 12, 1-9
Veamos parte del ciclo de Abraham, en el que vemos a un hombre que en medio de la oscuridad de la fe, sabe obedecer y se mantiene fiel a Dios. El pasaje se inicia con la invitación de Dios a dejar su tierra sus raíces, e iniciar una nueva vida en la cual le promete que lo bendecirá y hará de él un gran pueblo. Y así, con esta promesa, el hombre de fe, se lanza en el peregrinar de la fe sin más apoyo, que la promesa que Dios le hacía.
De manera semejante, Jesús nos invita a dejar nuestra antigua forma de vivir y de pensar, forma de vida en la que «aparentemente» teníamos todo arreglado y que nos proporcionaba bienestar, para iniciar la aventura del amor, de la fe y de la fidelidad. La invitación se mantiene para que tú como yo, dejemos todo lo que, en palabras de san Pablo, pertenece al hombre viejo, y movidos por el Espíritu, iniciemos una nueva experiencia, a la cual llamamos conversión. No es fácil… Lo sabía Abraham y los que con él salían, sin embargo, puesta toda su confianza en Dios, dieron el gran paso del amor y de la fe. ¿Podremos tú y yo dar este gran paso e iniciar un caminar en la fe que nos lleve a la conversión radical?
Mt 7, 1-5
Con este ejemplo, Jesús nos enseña cómo se ha de hacer y en que consiste la «corrección fraterna». La primera cosa que debemos entender es que nosotros estamos llenos de defectos, muchas veces más grandes que nuestros propios hermanos (tenemos una viga en el ojo). Esto nos ha de hacer humildes y no juzgar a los demás por sus debilidades e imperfecciones (cualesquiera que éstas sean) pensando que nosotros somos mejores.
Sin embargo, esto no quiere decir que no los podamos ayudar, o que primero debemos resolver nuestros propios problemas antes de poder empezar a ayudar a nuestros hermanos; significa, que la ayuda ha de ser hecha, primero, sabiendo que no podemos ver bien (es decir que nuestro juicio puede estar viciado por nuestro propio pecado) y segundo que la ayuda debe ser hecha con mucha caridad (pensemos en lo delicado que debemos de ser para ayudar a una persona a sacar una basurita del ojo… una de las partes más sensibles y delicadas de nuestro cuerpo).
Estos son los dos elementos que debemos de tener en cuenta cuando verdaderamente queremos ayudar a nuestros hermanos a ser mejores, a superar sus imperfecciones, sus faltas. Para resolver nuestros problemas y superar nuestra debilidades necesitamos de la ayuda de los demás… sin embargo ésta ha de ser dada con mucha caridad, prudencia, paciencia y delicadeza, pues en esto nos reconocerán verdaderamente como hermanos.