Jueves de la XIX Semana del Tiempo Ordinario (Par)

Mt 18, 21—19; 1

Hoy, el Evangelio de Mateo nos provoca y sitúa en una encrucijada. Por la condición humana sabemos y experimentamos que el perdón no es fácil. Jesús, el Maestro, nos presenta la dinámica del Reino de Dios sustentada en la mayor expresión del amor. Quien no ama, difícilmente conseguirá perdonar. La parábola nos presenta una realidad que va más allá de la historia en sí.

¡Cómo nos gusta y deseamos ser perdonados y perdonadas! ¡Qué difícil es perdonar! La dinámica del Reino de Dios nos permite, por un lado, experimentar en lo más profundo del propio ser, el amor que dignifica, el perdón que reconstruye y, por otro, exige la coherencia propia de quien ha recibido y experimentado dignidad y confianza renovada, es decir, se nos exige gratuidad y perdonar de corazón a quien nos ofende.

El Maestro habló, explicó, invitó a ser testigos de ese amor que perdona una y otra vez. El Maestro, el Hijo de Dios, lo vivió radicalmente y lo expresó en la cruz: “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”. Esta es nuestra medida: el amor que dignifica y el perdón que reconstruye. Expresión radical, donde nos lo jugamos todo, y contribución real en la consolidación del Reino de Dios. Lo demás son pequeños matices.

Jueves de la XIX Semana del Tiempo Ordinario

Mt 18, 21—19; 1

Muchas veces se piensa que perdonar es un sentimiento, sin embargo la realidad es que es un acto de la voluntad.

Las ofensas recibidas, crean un sentimiento el cual, generalmente, queda fuera de nuestro control. Este sentimiento generara actitudes como respuesta a la herida. Por ejemplo, no sentiremos deseos de saludar o de convivir, incluso pueden nacer el deseo de venganza.

En este ejemplo que nos pone Jesús vemos que lo importante fue la actitud, que es un acto de la voluntad. El Rey quiso perdonar y perdonó, es decir lo dejó libre. El otro por el contrario dio rienda suelta a sus sentimientos y actuó equivocadamente encerrando en la cárcel a su compañero.

El perdón es una decisión que nos lleva, aun en contra del sentimiento (deuda) que permanece en nosotros, a cambiar nuestra actitud hacia la persona que nos ha ofendido. La reacción humana es la de actuar negativamente hacia la persona que nos ofendió, la gracia, que apoya nuestra decisión, nos lleva a actuar de una manera sobrehumana y a mostrar una actitud positiva (que puede empezar con una sonrisa). Si no dejas que el sentimiento crezca (reforzándolo con tus actitudes) las gracias de Dios y tu esfuerzo cotidiano harán que pronto desaparezca incluso el sentimiento causado por la ofensa.

Jueves de la XIX Semana del Tiempo Ordinario

Mt 18, 21—19; 1

Hoy toca Jesús uno de los temas más sensibles para toda persona: El perdón.

En toda convivencia se dan encuentros, desencuentros y enfrentamientos que nos lastiman y lastiman a las personas con las que vivimos. Parecen inevitable esos roces que nos van modelándonos y haciéndonos crecer, que nos hacen conocer a las personas sin conocernos a nosotros mismos. Pero es muy fácil que en nosotros queden resentimientos por lo que hemos sufrido hasta tal punto, que después es difícil el trato cotidiano y cada acción se interpreta como una agresión, con desconfianza o desprecio por el otro. Qué difícil se nos hace la convivencia.

La comunidad de Jesús tiene que saber enfrentar esos problemas y no solo soportar si no saber sacar provecho para el crecimiento.

¿Cuántas veces tengo que perdonar? Pedro no habla del enemigo sino del hermano, el que está cercano, el que comparte conmigo. Todos hemos sido testigos de hermanos, familiares y esposos que van guardando las ofensas y que después viven con amargura y resentimiento. Hay personas que son ya ancianas, y que sus padres murieron ya hace años, y sin embargo guardan en su corazón resentimientos por alguna forma de actuar de ellos. El resentimiento es un veneno que no daña a quien lo dirigimos sino a nosotros mismos.

Encontrar la armonía interior requiere estar en paz con los demás, requiere saber perdonar.

Jesús es el modelo de perdón, no tiene ningún enemigo de parte suya, otros lo consideran a Jesús enemigo, pero Él siempre está dispuesto al perdón y a tender su mano a quien se acerca a Él.

Hoy te invito a que descubras las heridas que ocasionan en tu corazón el resentimiento y el rencor; a que pidas la armonía a Dios para que puedas encontrar la paz interior. Pero también es una oportunidad para descubrir el perdón que Dios nos otorga. Descubrir al Dios misericordioso que es capaz de enternecerse ante el pecador arrepentido.

Jesús nos presenta a un Dios no justiciero si no a un Dios dispuesto al perdón.