
Hech 6, 8-15
Al escuchar esta lectura nos llena de admiración el odio que se puede llegar a crear sobre una persona por el simple hecho de creer en Jesús. Sin embargo, que lejos estaban las comunidades cristianas de aquel tiempo en pensar que esto que sucedió a Esteban lo haríamos nosotros los cristianos con nuestros propios hermanos cristianos.
Las divisiones que han existido y que aun desgraciadamente existen en la Iglesia, han sido motivo para calumniar, herir, desterrar e incluso llegar a matar aquellos que no profesan la fe de la misma manera. Las luchas religiosas en todo el mundo lo único que han dejado es hambre, miseria, muerte, desolación y sobre todo grandes heridas en el corazón de los creyentes. ¿La causa?, que no dejamos que Dios arregle las cosas, sino que las queremos arreglar nosotros y de esta manera el odio, solo engendra más odio.
Esteban, nos dice la escritura, lleno del Espíritu Santo, dejó que Dios hablara por medio de él, con palabra de amor, no con espadas y con lanzas. En tu trato con hermanos que nos profesan la fe como tú, permite a Dios actuar… si te atacan, siéntete feliz de padecer por el nombre de Jesús y tu caridad mostrará a tus adversarios, que Dios verdaderamente vive en ti. Recuerda que el amor siempre vence.
Jn 6, 22-29
La muchedumbre busca a Jesús y no le encuentra. Toman las barcas y cruzan el pequeño mar de Galilea para estar con Jesús. ¿Para qué lo buscan con tanta insistencia? Pero dejemos a la gente del Evangelio y hagamos mejor la pregunta a nosotros mismos: ¿Por qué busco a Jesús? ¿Por qué voy a misa los domingos? ¿Por qué comulgo? ¿Busco a Jesús o me busco a mí mismo?
Se puede seguir a Jesús por motivos diversos y no siempre honestos.
En el Evangelio Cristo les echa en cara que le buscan no por haber visto en Él al Hijo de Dios sino porque sació su hambre con abundantes panes y peces. Él les ofrece dones del cielo pero ellos sólo ansiaban cosas terrenales. En nuestros días Jesús podría indignarse ante los que asisten a Misa dominical para que los vean o para encontrarse con los conocidos, o podría acusar a alguno de buscar solamente su «salud psíquica» sin preocuparse sinceramente por expulsar el pecado de su vida.
¿Qué es lo que nos falta? Lo que nos falta es fe. Esa fe que es antorcha para la vida del cristiano. Cuando todo se oscurece el creyente puede seguir andando sin temor porque lo alumbra la fe. La fe es la balanza segura en la que podemos descubrir lo que vale más para nuestra vida. La fe nos impulsa a desear las cosas del cielo… Y, si tenemos poca luz o nos falta por completo, pidámosela a Dios, Él es el Padre bueno que concede a sus hijos todo lo que le piden.