Martes de la XIV Semana del Tiempo Ordinario

Mt 9,32-38


¿Por qué una misma acción provoca reacciones tan diferentes? La multitud maravillada reconoce a Jesús, en cambio los fariseos lanzan la acusación buscando cubrirse las espaldas. Cuando no se tiene limpio el corazón, se mira con desconfianza a los demás. Cuando la luz resplandece, descubre la corrupción de los falsos. Quizás esto explique las consecuencias de este milagro de Jesús que le permite a un hombre expresar su palabra. Para unos es un prodigio para otros un peligro. ¿Sucede lo mismo en la actualidad? Cristo sigue actuando y dando palabra, pero parece que todavía hay quien quiere callar la verdad.

Este pequeño pasaje continúa con lo que es más importante para Jesús: acercarse a las personas, enseñar, anunciar Buena Nueva y curar de toda enfermedad y dolencia. Esto es lo más importante hoy para sus discípulos. Quizás a veces nos perdemos en cosas secundarias y no estamos atentos a llevar vida y Buena Nueva a todos los rincones.

Si miramos un poco en nuestro entorno descubriremos que hay muchas personas y muchos lugares que todavía no reciben buena nueva, baste señalar a los migrantes, a quienes viven en cinturones de miseria, a los pueblos en conflicto, a las personas discriminadas, a muchos jóvenes que no se les ha anunciado el Evangelio… Y no se trata de buscar adeptos, sino de llevar vida. Es la enseñanza de Jesús.

Hoy hay muchas personas que también, igual que Jesús, desde los rincones del mundo buscan dar vida, pero parecería que son muy pocos y que se tienen que enfrentar a un enorme dragón que busca otros caminos que nos conducen a la muerte. Y entonces se hacen muy actuales las palabras de Jesús: hacen falta trabajadores que se comprometan a buscar frutos de justicia, de verdad y de paz. Necesitamos unir fuerzas y descubrir entre los pequeños a estos sembradores de esperanza y cultivadores de paz y de vida. Jesús nos insiste en que roguemos al Padre y que busquemos hacer más compromiso por la vida.

Martes de la XIV semana del Tiempo Ordinario

Mt 9, 32-38

En este mundo individualista en el que muchos de nuestros hermanos viven solo para sí, sin ver a los demás, Jesús nos recuerda que no estamos, ni viajamos solos. Jesús vio a todas estas personas que necesitaban de alguien que los instruyera, que los ayudara a mejorar su vida a descubrir y construir el Reino de los cielos, y dice la Escritura que: «Tuvo compasión de ellos».

Si la evangelización, y la promoción social a la que nos invita el evangelio no avanza, o no avanza como debería, es porque a muchos de los cristianos nos falta «sentir compasión» de aquellos que no conocen la verdad del Evangelio, porque solo pensamos en nosotros mismos; porque es suficiente que yo conozca a Jesús, me reúna con mis hermanos a orar y a dar gloria a Dios sin pensar que también nosotros somos el medio para que ellos lo conozcan y lo amen; porque el Evangelio se separa de la caridad y del servicio y esto hace que se interprete como una filosofía.

Debemos orar al Señor que envíe operarios a la mies… Sí, pero sería más importante, al menos en estos momentos de la historia, que oráramos para que el Señor nos haga reconocer en nosotros mismos a estos operarios, para que el Señor verdaderamente mueva nuestro corazón a la compasión por los demás y al celo por el evangelio.