Martes de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario

Lc 6, 12-19

¿Qué haces tú cuándo tienes que tomar una decisión importante? Algunos toman las decisiones a la ligera y motivados muchas veces por las circunstancias y el estado de ánimo.

Jesús es consciente de que su Evangelio está llegando a las multitudes, pero que se necesita profundizar y enraizar, y para ello se requiere no solo la predicación multitudinaria, si no la enseñanza cercana y el envío específico. Y para preparar ese momento, Jesús pasa la noche en silencio, en la montaña y en oración.

La oposición llega desde Jerusalén, los escribas y fariseos han iniciado sus críticas y acusaciones y esto puede llevar al fracaso. Pero Jesús toma una decisión: Escoger a 12 y enviarlos, (que eso significa Apóstol), en lugar de Jesús y con sus poderes.

Después de esta importante preparación, san Lucas nos ofrece los nombres. Es curioso que el primer nombre sea Simón, pero con su nuevo nombre: Pedro, porque la misión requiere de un hombre fuerte que resista a los embates y ahí está Pedro. Sí, Pedro el espontáneo y atrevido, el que cae y se levanta, como señal de una iglesia que será pecadora pero que puede alcanzar la firmeza en Cristo.

Los demás nombres parecerían nombres ordinarios, sencillos y comunes, porque desde ahí se construye el Reino, no desde los sabios y entendidos. Sorprende el último nombre en la lista, Judas Iscariote.

San Lucas que escribe muchos años después de todos los acontecimientos, nos hace la aclaración que sería el traidor. Así entre los doce se encuentra una roca firme y un traidor.

Jesús a todos ama y a todos envía. Ahora algunos se empeñan en resaltar las deficiencias de la Iglesia, pero es que no hemos entendido que la grandeza no es de la Iglesia sino de Jesús, que la importancia radica en la vivencia del Evangelio y que el Evangelio siempre será presentado por hombres débiles y sencillos, capaces de errores y equivocaciones.

No podemos justificar las caídas, pero no por eso podemos dejar de seguir proclamando que el Evangelio de Jesús nos da vida plena.

Ahora todos los cristianos tenemos que ser los nuevos apóstoles, que tengamos la conciencia de poseer un mensaje nuevo y alegre que comunicar a los demás. Lo importante no es el mensajero sino el mensaje que ofrecemos. Es una misión que debemos cumplir reconociéndonos vasos frágiles, con medios bastante limitados, pero con una fuerza y una alegría que se desborda.

Hoy seríamos nosotros, todos, los nuevos apóstoles.

Martes de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario

Lc 6, 12-19

Jesús compone su equipo y luego se encuentra rodeado por una gran multitud de gente que llegada para escucharlo y ser curada porque de Él brotaba una fuerza que sanaba a todos. Son las tres relaciones de Jesús: Jesús con el Padre, Jesús con sus apóstoles y Jesús con la gente. Jesús oraba al Padre por los Apóstoles y por la gente.

Nosotros nos llamamos católicos, nos decimos cristianos, y a veces asumimos actitudes de orgullo y vanagloria como si fuera una proeza lo que estamos haciendo.

¿Por qué el Señor nos ha llamado a seguirlo y nos consideras sus discípulos?  Siempre ha sido un gran misterio, pues descubro que hay otros mejores que yo, más dedicados, más inteligentes, más generosos y a ellos, aparentemente, no los ha llamado por este camino.

El texto de San Lucas, no nos ayuda mucho a descubrir este misterio. Jesús antes de escoger a sus amigos más cercanos, se pasa la noche oración para indicarnos la importancia de estos elegidos, pero después se pone a llamar a personas comunes y corrientes, nada extraordinarios. Unos, pescadores, otros hombres del campo que apenas saben hablar, algún cobrador de impuestos y hasta algunos extremistas llamados zelotes.

Toda una gama de personajes considerados no propiamente extraordinarios, si no, como diría después San Pablo: » los pequeños, la escoria, los despreciables»

Por alguna razón, solo podemos decir que en esta decisión se encuentra la locura de amor y el deseo de enseñarnos cómo se construye su Reino: Con los pequeños, con los olvidados, con los despreciados.  Y desde ese momento de la elección, tendrá un particular acercamiento a ellos para enseñarles cómo se construye el Reino.

El pasaje de San Lucas, continúa mostrándonos un breve resumen de lo que era la vida de Jesús: Oración, oración continua y constante, cercanía con las multitudes que venían de lejos a buscarlo,  curación de enfermos, expulsión de demonios y manifestación de poder. Como si quisiera dar a sus apóstoles una primera enseñanza de lo que espera que ellos continúen.

San Lucas insistirá en que el apóstol, el discípulo de Jesús, deberá ser alguien que lo haya acompañado, que haya recorrido todo el camino con Él, que suba a la cumbre del Calvario, que sea testigo de la resurrección.

No importa mucho los nombres o las posiciones, importa aprender de la cercanía de Jesús, por eso sí ahora nosotros nos decimos cristianos, tendremos que imitar a Jesús en todo su recorrido: Su oración, su lucha por la vida, su entrega plena, su alegría de vivir, su aceptación de la Cruz, su resurrección.

¿Realmente somos discípulos de Jesús?