Viernes de la X Semana Ordinaria

2 Cor 4, 6-15

Una de las cosas que más sorprende al mundo es el hecho de que Dios pueda habitarnos; el hecho de que en este cuerpo de barro tan frágil pueda estar contenida toda la fuerza y la gloria de Dios.

Es por ello que podemos enfrentar cada día las dificultades de nuestra vida con un espíritu alegre y tenaz; que podemos mostrar al mundo un nuevo camino de amor y de paz, que ellos no conocen.

La fuerza de Dios, su gloria y su gracia hace del cristiano una persona
diferente que va esparciendo por donde camina, «el grato aroma de Cristo» esto es, la paz, la armonía, la justicia.

No permitas, que la fragilidad de tu barro, oscurezca esta fuerza de Dios, sino que por el contrario, siéntete orgulloso de, a pesar de tu debilidad, sé portador del amor de Dios en tu vida y responde con generosidad a ello.

Mt 5, 27-32

En este pasaje Mateo une dos enseñanzas: una sobre el pecado y otra sobre el adulterio de manera que aprovecha la enseñanza sobre el pecado en general para advertir sobre el pecado de adulterio.

Centramos entonces nuestra atención en la enseñanza del pecado que está a la base de esta enseñanza, pues la del adulterio resulta evidente. El ejemplo que pone Jesús de arrancarse un ojo o una mano, desde luego que no debe ser tomado al pie de la letra pues está ejemplificando la importancia y lo doloroso que a veces puede resultar el apartarse de las ocasiones de pecado.

Compara el dolor y la perdida sustancial de uno de nuestros miembros, que podríamos decir vital, a la del dejar aquello que sabemos que nos lleva al pecado.

Con esto en mente podemos entender que es mejor dejar o alejarse de un amigo(a), de un lugar, de un trabajo, etc., con todo el dolor y la perdida que esto significa, si este amigo(a), lugar, trabajo etc., están siendo la ocasión de pecar.

Ésta quizás es la enseñanza más fuerte y explícita de las consecuencias del pecado y de la lucha y lo doloroso que representa una conversión profunda y total a Jesús como Señor.

Por lo tanto si alguna cosa, persona o lugar te son ocasión de pecar.. ¡Aléjalas de ti!, pues es mejor no tenerlas o mantenerlas, que perder la vida en Cristo.