El Movimiento Litúrgico y el Vaticano II
a) El Movimiento Litúrgico
El movimiento litúrgico tiene su origen en Guéranger. Fue monje benedictino, fundador y primer abad de Solesmes (1805-1875). Su empeño por volver a la liturgia romana fue producto del querer ir a las fuentes. No llegó a tanto porque no se habían descubierto y analizado todavía los textos más primitivos. Se quedó en el rito romano y no el original rito romano sino el rito romano con las adherencias del rito franco-germánico. Como todo inicio tuvo sus aciertos y deficiencias, pero hizo volver los ojos a tres realidades mal comprendidas y/o vividas en aquella época: la liturgia, la Iglesia y la Biblia.
Le damos importancia a este Movimiento porque es el que preparó e hizo posible que la primera Constitución del Concilio Vaticano II fuese sobre la Liturgia. Lo habían preparado y estaba bastante aceptado por la Iglesia.
El movimiento litúrgico, que va desde principios del siglo hasta el concilio Vaticano II, trabajó estos puntos y, al mismo tiempo, dio como frutos, los escritos de los papas Pío X y Pío XII:
• el origen de la liturgia,
• la pastoral litúrgica,
• la ciencia litúrgica y
• los escritos de Pío X y de Pío XII.
Veámoslos a continuación.
1.- El retorno a la liturgia
En el siglo XIX los fieles durante las celebraciones litúrgicas rezaban sus devociones: bien el rosario, bien alguna novena, etc. La palabra de Dios y el misterio pascual cuya actualización se estaba realizando eran totalmente desconocidos. La vida litúrgica iba por su sitio y la vida espiritual de los fieles por otro. Por otra parte, los estudios de la liturgia estaban completamente atrofiados. Su máxima preocupación era la mera ejecución de los ritos, cuyo significado se había perdido.
Por ello el primer objetivo que se propusieron los autores del Movimiento Litúrgico fue volver a la liturgia, volver a las fuentes de la liturgia.
Guéranger repetía en la introducción de uno de sus libros «Si este nuestro libro, llamando la atención a los que tienen la misión de velar sobre las iglesias, contribuyese, aunque fuera poquísimo, a frenar abusos muy grandes y a preparar, de algún modo, un retorno a los principios válidos, en todo siglo, en materia litúrgica, ¿seria el nuestro un crimen tan grande?».
Todas sus publicaciones tuvieron un objetivo claro, «el principal objetivo del libro es el de iniciar a los más jóvenes de nuestros hermanos (benedictinos) en el estudio de los misterios del culto divino y de la oración: dos cosas que deben constituir el principal alimento de su vida».
Nadie quiere marginar el rosario, ni el Vía Crucis, ni las novenas, etc., pero sí situarlas en su sitio. Lo central y lo original es la actualización de la salvación. El mandato del Señor: «Haced esto en, memoria mía» no es para rezar el rosario, y demás devociones, sino celebrar su memorial o vivir su memorial.
Este objetivo de Guéranger debe ser todavía objetivo de muchas de nuestras comunidades parroquiales. Las devociones son lo subjetivo, algo que hemos «inventado» nosotros los hombres. La Liturgia es lo objetivo, algo «inventado» y dado por Dios. En las devociones somos nosotros los principales protagonistas. En la liturgia es Dios el principal protagonista. En las devociones, se puede decir, que «la escucha» de Dios depende de nosotros o de nuestros méritos. En la celebración litúrgica, la «escucha» de Dios depende de su Hijo Jesús, es Él quien ora al Padre por nosotros y con nosotros y en nosotros. Digamos para entendernos que es mucho más «seguro» una celebración litúrgica, que una devoción.
Todas estas razones hay que entenderlas bien. He puesto palabras entre comillas. Lo cual quiere decir que no tienen su significado, que hay que entenderlas en su contexto.
Para hablar de la pastoral litúrgica de esta época tenemos que citar a su gran impulsor: Lamberto Beuadin (1873-1960), sacerdote dedicado al mundo obrero, que entró en la orden benedictina.
Las propuestas pastorales de Beaudin se concretan en estas propuestas:
La devoción, la piedad y la vida cristiana debían inspirarse en la liturgia. Para ello, era necesario promover la participación de los fieles en la liturgia. Es la vuelta a la liturgia.
Difundir la traducción del misal, para que las oraciones de los fieles fuesen las oraciones litúrgicas, que son más objetivas. Y, como consecuencia, dejar de hacer novenas en misa y llenar ese «vacío» con la misa misma.
Recuperar en el hogar las vísperas, la bendición de la mesa, oraciones en los tiempos litúrgicos. Es decir, hacer que el espíritu litúrgico penetre en las manifestaciones religiosas del pueblo cristiano.
Promocionar el canto gregoriano, según las orientaciones de Pío X. El Papa había escrito un documento el año 1903 en orden a renovar la música religiosa. Para ello, proponía restaurar el canto gregoriano. Por este documento del Papa saben nuestros mayores el gregoriano.
Organizar retiros para los responsables parroquiales de la pastoral litúrgica. No se puede hacer ninguna renovación, si los responsables quedan fuera. El Concilio Vaticano II aceptó este norma pastoral en su n. 19.
Las dos guerras mundiales paralizaron el movimiento litúrgico, pero posteriormente prosiguió con fuerza.
Ahora bien, no todo fue un camino de rosas en la difusión del Movimiento Litúrgico. Tuvo sus problemas y sus crisis. Los dos problemas o crisis de crecimiento que tuvo el movimiento litúrgico entre sus miembros fueron:
• Relación entre liturgia y espiritualidad. El problema se suscitó por distintas ideas que tenían unos y otros sobre lo que es la liturgia.
Para unos, y aún hoy día, la liturgia era el mundo ceremonial, el rostro exterior de las celebraciones. Por tanto, la liturgia debía ocupar un segundo o tercer plano en la vida cristiana. Para otros, la liturgia era la oración del Cuerpo de Cristo y, al mismo tiempo, la presencia privilegiada de la obra salvadora de Dios. Por tanto, los fieles han de vivir y personalizar la obra de Dios que actualiza la liturgia.
Como fruto de esta discusión se dio más valor al aspecto comunitario y a lo objetivo, que a lo individual y subjetivo de las celebraciones litúrgicas.
• Relación entre liturgia y compromiso cristiano. El año 1909 se celebró el Congreso de Malinas. En él se reunieron expertos en liturgia y sacerdotes dedicados al ministerio en medios rurales, urbanos, en barriadas, sacerdotes dedicados en la Acción Católica y en movimientos especializados. Naturalmente, apareció el deseo de una mayor inserción de los valores de la sociedad en la liturgia y una mayor acomodación de la liturgia a la nueva situación europea, así como en los países de misión. Entre las propuestas concretas fue el problema de la lengua litúrgica. Pidieron con insistencia la entrada de la lengua del pueblo en la liturgia, aunque insistieran más en ello para los países de misión.
3. La ciencia litúrgica
El movimiento litúrgico, no sólo se preocupó de la pastoral, sino que se centró en la ciencia litúrgica, en la historia y en la teología de la liturgia.
– Investigación histórica. Se investigaron los orígenes del culto cristiano, la historia de la misa y del breviario, los textos antiguos, las oraciones de la misa, etc. Se hicieron las primeras ediciones críticas de la Tradición Apostólica de Hipólito y del canon de la misa. Fueron principalmente autores franceses y alemanes los que se distinguieron en este trabajo de investigación. La colaboración de estos investigadores al Vaticano II y al post-concilio fue amplia y decisiva para la reforma de la liturgia. En este campo se distinguieron los franceses.
– Estudio teológico de la liturgia. La teología comprendía también la espiritualidad y la pastoral de la liturgia. En este punto no podemos dejar de citar a Odo Casel. Fue el que investigó y divulgó el misterio y su actualización en la liturgia. Para no citar nombres, digamos que la teología fue más estudiada en Alemania. El año 1951 se unieron en congresos todos estudiosos, tanto historiadores como teólogos y prepararon las bases de la futura constitución litúrgica del Vaticano II. Crearon en la Iglesia una mentalidad y un espíritu de equipo. Por ello la Constitución «Sacrosanctum Concihum » fue el primer documento que salió del Vaticano II.
4. Los escritos de Pío X y de Pío XII
Son los dos papas que se distinguieron por la renovación litúrgica.
– Pío X. Papa entre 1903 y 1914, a los tres meses de su elección publicó el Motu propio (Se llama Motu propio al documento por el que el Papa regula alguna iniciativa o algún aspecto particular de la vida de la Iglesia.) «Tra le sollicitudine» para renovar la música religiosa y restaurar el canto gregoriano.
A los dos años el decreto (Decreto: Son los documentos conciliares que desarrollan y aplican concretamente lo ya formulado en las constituciones.) «Sacra Tridentina Synodus» para fomentar la comunión frecuente; el año 1910 el decreto para admitir a los niños a la comunión eucarística.
Al año siguiente la constitución apostólica (Constitución Apostólica: Reciben este nombre los documento fundamentales de un Concilio.) sobre la reforma del breviario y la revalorización de la liturgia dominical; y, por fin , el año 1913 el Motu propio que inspiraba un nuevo plan de reforma del año litúrgico y del breviario.
Resumiendo las tres líneas claras que aparecen en el magisterio litúrgico de Pío X son:
– la renovación de la música sagrada con el principio válido hoy día de «no hay que cantar y orar durante la misa, sino cantar y orar la misa «;
– el acercar a los fieles la munión eucarística; y
– la reforma del año litúrgico y del breviario.
– Pío XII. Papa entre 1939 y 1958, tuvo una actividad grande en materia litúrgica.
Enumeramos: la Instrucción (Instrucción: Son documentos que tienen el respaldo de una Congregación de la Curia romana. Por último Exhortación apostólica es el documento que el Papa escribe a la terminación de un Sínodo de obispos.) sobre la formación del clero en el Oficio Divino; la facultad dada a los sacerdotes, en algunos casos, para confirmar; la publicación de rituales bilingües; el determinar las fórmulas de la ordenación del diaconado, presbiterado y episcopado; la reforma de la vigilia pascual; la reforma del ayuno eucarístico; la introducción de misas vespertinas; la reforma de la Semana Santa; leccionarios bilingües, la renovación de la música sagrada; y, sobre todo, la publicación de la encíclica (Encíclica: Es una carta pastoral del Papa dirigida a la Iglesia Universal.) Mediator Dei (1947), con la cual se aceptaba plenamente el movimiento litúrgico a nivel oficial.
En la encíclica Mediator Dei presenta, por primera vez, el magisterio una doctrina litúrgica completa y estructurada. Es el avance de la constitución del Concilio Vaticano II sobre la liturgia. Destacamos estos tres contenidos fundamentales:
Naturaleza de la liturgia: La liturgia es el culto público integral del Cuerpo de Cristo, de la cabeza y de los miembros y, al mismo tiempo, es la presencia privilegiada de Cristo sacerdote.
El aspecto interno de la liturgia. El subrayado fundamental de la dimensión interior de la liturgia: «se equivocan por completo los que consideran la liturgia como sólo el lado externo y sensible del culto divino, o como ceremonial decorativo; y no se equivocan menos los que piensan que la liturgia es el conjunto de leyes y preceptos con que la jerarquía eclesiástica configura y ordena los ritos».
El equilibrio entre liturgia y espiritualidad. Equilibrio entre los que afirmaban que todo es liturgia o que todo tiene que ser liturgia y entre los que minusvaloraban la liturgia, equilibrio entre lo subjetivo y lo objetivo; entre lo comunitario y el individualismo; entre progresismo y conservadurismo. Del fomento de la participación y de las misas llamadas comunitarias se pasó a cuestionar la misa celebrada sin pueblo. De la valoración del culto de la Iglesia se pasó a marginar y censurar las devociones, las prácticas ascéticas, los ejercicios espirituales, así como el culto al Santísimo Sacramento.
Esta encíclica tiene también algunas lagunas, que se han desarrollado y perfeccionado. Notemos algunas lagunas:
El sacerdocio de los fieles. La ausencia de la doctrina sobre el sacerdocio de los fieles, que es el fundamento de la participación litúrgica.
Fuerza de los símbolos. Una teología inacabada y extrínseca acerca de los signos simbólicos con los que se celebra la liturgia: Se afirma que los símbolos litúrgicos estimulan y adornan el culto.
Lex orandi lex credendi (Axioma que significa: la oración es norma de fe. Se ora lo que se cree. Por tanto, lo que decimos en la oración es la norma o ley para la fe.). Una comprensión parcial o un planteamiento distinto de esta verdad. Lo tomaba como sólo reflejo de la fe de la Iglesia y no como maduración de la fe, porque se ora según se cree y también se cree según se ora.
El año litúrgico. La presentación del año litúrgico es algo ambigua, juega entre el sentido moralizador y el sentido de actualización.
Por último citamos las palabras de Pío XII a los participantes del Congreso de Asís, congreso internacional de pastoral litúrgica: «El movimiento litúrgico aparece como un signo de las disposiciones providenciales de Dios sobre el tiempo presente (signo de los tiempos), como un paso del Espíritu Santo en su Iglesia, para acercar ante todo a los hombres a los misterios de la fe y a las riquezas de la gracia, que corren de la participación activa de los fieles en la vida litúrgica «.
b) La Constitución Sacrosanctum Concilium
La constitución, después de un prólogo, aborda en el primer capítulo los principios fundamentales de la liturgia. Es el más largo e importante. Lleva el título siguiente: «Principios generales para la reforma y fomento de la sagrada liturgia «.
Son los principios y los fundamentos que hay que tener en cuenta para hablar algo de liturgia, es el «abc» de la liturgia. Sin esto no sabremos nada de liturgia. Cada capítulo está dividido en apartados. Y cada apartado en números. Pues bien, de este primer capítulo destacamos el primer apartado, los números del 5 al 13 que tratan de los aspectos doctrinales de la liturgia. En cierto modo son el núcleo de toda la constitución. Se recogen los resultados de las investigaciones teológicas sobre la naturaleza de la liturgia y se insiste en su importancia para la vida de la Iglesia.
Los siguientes capítulos tratan estos temas: necesidad de promover la educación litúrgica y la participación activa, la reforma de la sagrada liturgia, el fomento de la vida litúrgica en las diócesis y en las parroquias, la Eucaristía, los demás sacramentos y los sacramentales, el oficio divino, el año litúrgico, la música sagrada, el arte y los objetos sagrados.
Está estructurada en dos partes: principios doctrinales y normas prácticas. Este esquema: principios-praxis responde al esquema teología-celebración, es decir, a la esencia de la teología litúrgica. La liturgia celebra lo que se cree. Para entendernos podemos afirmar que en la liturgia se manifiesta lo que se vive. Y así la manifestación está intrínsecamente unida a la vivencia. La teología litúrgica no es especulación, no es algo que se produce en la inteligencia. Es teología que exige celebración y/o celebración que exige teología.
Si en la celebración se margina la teología, se cae en el rubricismo o en la inventiva arbitraria. Y si en la teología litúrgica se margina la celebración, se esteriliza el pensamiento y se pierde en sí mismo. Es decir, no se puede celebrar sin conocer el contenido de la celebración y/o no se puede conocer la teología litúrgica sin celebrar. La teología litúrgica es teología practica.
Esto, en concreto, supone que al preparar la celebración debo estudiar analizar y vivir el contenido de la celebración. Y al celebrar debo tener en cuenta el contenido analizado y vivido.
Este esquema principios-praxis se orienta, en la Constitución del concilio, a revisar la teología y la celebración de la liturgia, para así conseguir una mejor participación de los fieles. Revisar-participar es, por tanto, otra constante del todo el documento conciliar. Por ello, colocó en un primer plano la pastoral litúrgica.
El análisis del documento lo haremos de la siguiente manera: vemos los temas polémicos, los temas de largo alcance y, por contraste, los vacíos de dicha Constitución.
1 Temas polémicos
• Facultades de los obispos.
PRINCIPIO: La liturgia es la manifestación de la fe de la Iglesia. Luego es competencia de la Iglesia. De los que tienen el ministerio de la autoridad. Esta autoridad es colegial.
PRAXIS: El Vaticano II mantuvo la dirección de la liturgia en manos de la Santa Sede y, a la vez, en manos de las conferencias episcopales y el obispo diocesano (SC 22). Recordando la historia, se ve que la antigua disciplina hasta Trento condujo a la anarquía y el período posterior a Trento, totalmente centralizado, condujo al rubricismo.
PUNTO POLÉMICA: Descentralización, pues, moderada o centralización compartida. En este equilibrio es difícil mantenerse, lo cual ha dado lugar a discusiones. Hoy día, todos los textos creados por las distintas conferencias episcopales deben recibir el visto bueno de Roma. Lo cual ya es complicado.
• Adaptación de la liturgia.
PRINCIPIO: «los textos deben resplandecer con una noble sencillez, han de ser claros por su brevedad… adaptados a la capacidad de los fieles y por lo general no deben necesitar de muchas explicaciones» (SC 34; Cf. SC 21). Es decir, hay que adaptar los textos a la capacidad de los fieles.
PRAXIS: se admiten dos tipos de adaptaciones: ordinarias y extraordinarias.
Las ordinarias son las que dicen los rituales. Las pueden hacer las Conferencias episcopales y los Obispos. (Edad de la confirmación, determinar los signos penitenciales en la absolución colectiva). Son las adaptaciones acomodadas a las necesidades de cada región (SC 38, Cf. SC 63b y 77).
Las extraordinarias son más profundas. Para ello es necesario estudiarlas y plantearlas a la Santa Sede. Son adaptaciones que se pueden admitir en la liturgia porque son fruto de la acción de las tradiciones y el espíritu de cada pueblo (SC 40).
PUNTO POLÉMICO: En principio algunos lo entendieron racionalmente y convirtieron la celebración en algo racional. Y han dado lugar a celebraciones descuidadas en su riqueza ritual, descuidadas en simbología. Con pretensiones de claridad ha habido celebraciones didácticas y moralizantes. Es decir, han convertido la misa en una clase de enseñanza o en un puro compromiso. La liturgia es ante todo, celebración simbólica; por eso, no tanto se entiende o se explica cuanto se percibe, no tanto es didáctica y moralizante cuanto celebratva. Esto quiere decir que, lo primero es sentirse salvados y celebrarlo agradecidos, después habrá que explicar algunas cosas y ver la unión con la vida de compromiso, pero sin anteponer una cosa a la otra.
• Las lenguas vernáculas.
PRINCIPIO: La participación del pueblo de Dios por ser pueblo santo y sacerdotal.
PRAXIS: Sobre este tema Juan XXIII en vísperas del Concilio publicó la constitución apostólica Veterum sapientia, sobre el uso del latín. Imponía silencio a la «campañas» contra el latín en la liturgia.
PUNTO POLÉMICO: El concilio reconoció el latín como lengua litúrgica, con algunas pequeñas cosas en lengua vernácula (SC 36; Cf. 54 y 101). Estas decisiones fueron para unos tímidas, otros se aferraron al latín, mientras otros lo eliminaron. Hoy día se ha superado totalmente.
• La concelebración.
PRINCIPIO: La concelebración eucarística manifiesta adecuadamente y realiza la unidad del sacerdocio (SC 57).
Praxis: El concilio posibilitó la concelebración en determinados días y aun asiduamente con permiso del ordinario.
PUNTO POLÉMICO: Fue uno de los temas más discutidos. Muchos se opusieron porque contrastaba con su apego devocional a la celebración particular.
• La comunión bajo las dos especies.
PRINCIPIO: Es la participación más perfecta en la misa.
PRAXIS: Pero, el concilio lo dejó en manos de la sede apostólica.
PUNTO POLÉMICO. Tema ampliamente debatido. Al Obispo diocesano corresponde juzgar sobre la oportunidad de la puesta en práctica.
Estos puntos polémicos se irán abriendo y aclarando en los años posteriores al Concilio.
2. Temas fundamentales
Los siguientes puntos, sin restar importancia a los anteriores, los consideramos fundamentales. Son, en concreto éstos: qué es la liturgia, es decir, cuál es la naturaleza de la liturgia, la formación del clero y del pueblo, y la revalorización de la palabra de Dios
a) Qué es la liturgia
Resumen en puntos.
* Recuerda que Cristo, en su misterio pascual, es la plenitud de la historia salvífica.
* Esta acción de Cristo salvador se prolonga en la historia por medio del sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica.
* Para realizar en la historia esta obra salvadora, Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica.
* La salvación de Cristo, por tanto, llega al hombre de este mundo por los signos simbólicos de la liturgia.
* En ellos (signos simbólicos) se establece el diálogo, la alianza de salvación entre Dios y su pueblo.
* La salvación es santificación del hombre y glorificación de Dios.
* Por esto la liturgia terrena es la salvación del hombre y de la glorificación de Dios por el hombre. Un «avance» de la liturgia eterna. (SC 5-9).
Conclusiones de esta catequesis:
* Por ello la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza (S C 10).
* El valor objetivo de la liturgia exige la coherencia subjetiva de los participantes con la liturgia (SC 11l).
* La liturgia no se basta a sí misma. Requiere la evangelización, la catequesis, la conversión constante, la práctica de la vida cristiana, el apostolado, el testimonio (SC 9).
* Además, cada cristiano necesita de la oración en privado (SC 12).
* Y recomienda los ejercicios piadosos, pero que sean coherentes con la liturgia, se deriven de ella y a ella conduzcan, ya que la acción litúrgica está muy por encima de ellas (SC 13).
Puntos de discusión
Unas veces, se da primacía a la evangelización. Otras, al compromiso, a las obras, en contraposición a lo no útil, a lo gratuito, el acto de fe, que es necesariamente sacramental. Todavía no está asumida por todos la relación entre liturgia compromiso. La relación entre liturgia y evangelización y compromiso se abordó, en el congreso de Malinas. Pero allí solamente se hizo iniciar. No se profundizó, ni se sacaron todas las consecuencias. Pablo VI presentó unas orientaciones de solución en su encíclica «Evangelii Nuntiandi».
Otro punto de discusión ha sido el acusado individualismo espiritualista, fruto de toda la historia. Este individualismo está todavía muy metido en muchos dé nuestros fieles, que no han recibido una formación litúrgica seria. Han visto cambios, han aceptado los cambios, tal vez obligados, pero no saben la razón de los cambios. Y como han vivido toda la vida en su piedad algo individualista, no admiten fácilmente las razones del cambio, lo soportan. Soportan el celebrar todo en comunidad.