REALISMO EXISTENCIAL

¿ADULTOS ADULTERADOS? (IPARTE)

Los hombres y mujeres de hoy estamos en una etapa en que se necesita con urgencia y con serenidad soluciones a tantos callejones sin salida a los que nos hemos dirigido. El adulto actual, llamado a ser creador del próximo futuro, ha de plantearse si en muchos casos no toma también posturas de huída o evasión, o de represión y dominio, ante acontecimientos, descubrimientos y novedades que se nos presentan. Éstas, es cierto, nos obligarán muchas veces a modificar criterios y a cambiar de modos de vivir pero, a la vez, pueden aportarnos inesperadas soluciones.

Un adulto debe saber estar serenamente establecido, con actitud receptiva a la vez que crítica, ante la novedad y la sorpresa. La vida comporta renovación y cambio, y por lo tanto, una dosis abundante de riesgo y de inseguridad. Se deben saber afrontar y llegar a estar –como dicen algunos psicólogos hoy– «seguros en la inseguridad».

A los adultos actuales, cuando jóvenes, se les enseñó a ser realistas, a tocar con los pies en el suelo (y no descalzos, por cierto, sino bien calzados). Para muchos de ellos –subrayo un aspecto de su vida, tomado de su actividad física, para indicar mejor lo que quiero decir–, el ejercicio acostumbrado fue el andar por el campo o el deporte de montaña. En cambio, muchos de los jóvenes de hoy, próximos adultos, ven cómo se va preparando su futuro de otro modo, realista también, pero incluyendo nuestras variables. Habrán de confiar en que su vida se sostenga, digamos, no tanto en la ley de la gravitación en cuanto estática, sino confiando más bien en su sentido dinámico: han andado por la montaña, sí, pero además saben nadar, dan saltos subidos en los ágiles squattings, ruedan en motos todo terreno sobre circuitos casi impensables, o vuelan, ¡colgados en el aire!, en sus triangulares deltas. Estos ejercicios que la técnica les posibilita son un signo, y a la vez les conforman para ese discurrir dinámico y riesgoso de la vida. No tanto les valen hoy los excesivos pertrechos, sino el movimiento. No se sostienen tanto porque se sustenten sobre unos cimientos, sino por la estabilidad y el equilibrio de unas fuerzas en marcha. No descansan sólo en el apoyo sobre algo sólido, sino también sobre lo fluido. El flotar, el rodar establemente, el volar, son posibles precisamente porque hay desplazamiento, porque existe avance.

Esta perspectiva que ya se siente y que puede conducir en algunas ocasiones a situaciones desbocadas y de angustia, no ha sido sólo originada en las nuevas generaciones. Los niños y los jóvenes tienen una enorme capacidad para utilizar, incluso con ventaja, instrumentos fabricados por los adultos. Pero ellos no saben construirlos.

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