Heb 8, 6-13
Toda alianza requiere de un código o compromiso al cual los participantes en ésta quedan obligados. En el AT los términos de la alianza eran: Tu serás mi pueblo y yo seré tu Dios», y con esto se comprometían el pueblo a obedecer la ley dada por Dios, y Dios a protegerlos y llevarlos hasta la tierra prometida.
La nueva alianza, sellada con la sangre de Cristo, como nos lo dice nuestro texto, es todavía más perfecta y superior, pues hemos pasado a ser no solo pueblo, sino familia de Dios.
Pero más aun, porque el código que rige esta alianza no esta en contratos, sino inscrita en nuestros corazones, pues es la ley del amor, producida por la inhabitación del Espíritu Santo en nosotros.
Dios continúa siendo fiel a la Alianza, tengamos el coraje de responder con toda nuestra vida y vivir de acuerdo al evangelio dejando que el amor de Dios nos guíe y alimente.
Mc 3, 13-19
Este pasaje del Evangelio nos nuestra el momento en que Jesús eligió a los doce, a quienes lo acompañaran. El evangelio nos dice que Jesús llamó a los que Él quiso.
Dios llama a quien quiere, y no hay obstáculo de ninguna índole que impida que Jesús nos llame. No importa nuestra profesión, no importa nuestra vida pasada. En algún momento de nuestras vidas, Jesús, puede llamarnos. El Señor no se guía con criterios humanos para elegir a sus apóstoles. Por eso cuando el Señor llama a cada una a ejercer algún tipo de apostolado, nunca podemos pensar, yo no puedo, yo no estoy capacitado…
Estos son los nombres de las columnas de la Iglesia. Ellos aprendieron del Maestreo y una vez que descendió el Espíritu Santo, se dedicaron a predicar y a expulsar a los demonios (forma genérica en que Marcos presenta la misión de Cristo) es decir a continuar la labor que el Maestro había iniciado.
No fue, no ha sido y no será tarea fácil hacer una realidad el Reino de los cielos pues hay todavía muchos a quienes es necesario predicar, y hay todavía muchos demonios que hay que expulsar: es mucho el trabajo por hacer.
Por ello la Iglesia sigue necesitando hombres y mujeres, que estén dispuestos a dejarlo todo para consagrar su vida a estar con el Maestro para luego continuar su misión entre los hombres.
Si aun no has decidido el futuro de tu vida, ¿has pensado que tú pudieras ser uno de estos llamados? Al menos tenlo como una posibilidad.