Mt 12,46-50
En este breve texto del Evangelista San Mateo, breve pero sustancioso, hay tres personajes centrales, Jesús, la Madre y los Hermanos.
En la cultura hebrea la palabra hermano se aplicaba para designar un rango muy extenso de familiares y parientes.
A la advertencia que le hicieron a Jesús de que su madre y sus hermanos querían hablar con Él y a su pregunta de ¿quiénes son mi madre y mis hermanos? Jesús señala con la mano a sus discípulos. Las respuestas de Jesús siempre sorprenden, en este relato resalta especialmente el valor de la madre y de la familia.
Jesús va por los caminos de la fe, por este motivo elogia siempre lo más grande de María, la fiel por excelencia escuchando la Palabra de Dios y poniéndola en práctica. También extiende esta maternidad de orden espiritual a la Humanidad cuando desde lo alto de la cruz dice al discípulo amado “Ahí tienes a tu madre”. María acogió al discípulo, y a nosotros que por el Bautismo formamos parte de la gran familia cristiana.
Las Fraternidades laicales de Santo Domingo, la rama laical de la Orden de Predicadores, la forman hombres y mujeres miembros de la Iglesia Católica movidos por el Espíritu Santo a vivir su fe según el espíritu y el carisma de Santo Domingo de Guzmán, basados en la oración, el estudio y la predicación.
María cumplió siempre la voluntad del Padre y fue persona muy importante en la misión de Cristo. Los laicos de la Orden de Predicadores y los de otras órdenes religiosas, al igual que hicieron María y los discípulos, son piezas clave, para continuar en el mundo actual esta misión de nuestro hermano mayor, Cristo, ya que encajan perfectamente en el parentesco, por las palabras que dijo Jesús, “El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre”. ¿Cómo reacciono cuando surgen obstáculos para conseguir una meta en la vida? Tal como llevo a la práctica la misión encomendada por Jesús, ¿Él me llamaría hermano/a?