Apoc 3, 1-6. 14-22
Hoy hemos escuchado los mensajes a los «ángeles» encargados de dos de las comunidades cristianas de Asia Menor.
No sabemos si los «retratos espirituales» son de los jefes de las comunidades o de la comunidad toda.
El sentido ejemplar es evidente: «El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las comunidades cristianas».
Los mensajes de hoy hablan de dos situaciones espirituales que nos ayudan a hacer un examen de conciencia.
Una situación extrema es la de apariencia de vida pero que en realidad es muerte, «reaviva lo que queda», «enmiéndate».
La otra situación, tal vez más común, es la de la tibieza: «no eres ni frío ni caliente», y aparece la amenaza: «estoy a punto de vomitarte». Escuchamos la recomendación, llena de amorosa premura: «Mira que estoy aquí tocando la puerta; si alguno escucha mi voz y me abre, entraré a su casa y cenaremos juntos», repitámosla y meditemos sus consecuencias.
Lc 19, 1-10
Hoy hemos escuchado un milagro mayor. Una conversión, un cambio total de vida.
Podemos ver tres puntos de reflexión sobre la lectura evangélica proclamada.
1° Zaqueo quería conocer a Cristo, ¿simple curiosidad? ¿Algo más profundo? El va y vence los obstáculos, sube al árbol.
Cuántos de nuestros buenos deseos se quedan en eso, en meros proyectos, todos hemos oído la frase: «el camino al infierno está empedrado de buenos deseos».
2° Zaqueo «trataba de conocer» a Jesús, pero Jesús va más allá: se hace invitar, convive con él.
Si nosotros damos un paso hacia Dios, Dios corre infinitos kilómetros hacia nosotros…
3° Todo encuentro con Jesús es salvífico en su doble vertiente: lucha contra el mal: «si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más…» y actuación positiva del bien: «voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes».
Que la palabra nos ilumine y el Sacramento nos vivifique.