Miércoles de la X Semana Ordinaria

1 Re 18, 20-39

Hoy nos presenta la 1ª  lectura la confrontación entre Elías, el solitario profeta de Dios, y los numerosos profetas falsos del ídolo Baal, que tenía todo el apoyo oficial.

El profeta Elías reta al pueblo a seguir al verdadero Dios.  «Si el Señor es el verdadero Dios, síganlo; si lo es Baal, sigan a Baal»

¿No podríamos aplicarnos a nosotros esta pregunta?  El Señor lo dijo tajantemente: «No se puede servir a dos señores» y, concretamente: «A Dios y al dinero».  ¿No hemos buscado, a veces, arreglos para servir a ambos?

El profeta no deja de tener unos toques de burla para sus contrincantes: «Griten más fuerte… a lo mejor su dios está dormido».

Ante la maravilla ocurrida, la conclusión es clara: “El Señor es el Dios verdadero».  Si acudimos con fe al Señor, siempre se manifestará como lo que es.

Mt 5, 17-19

Jesús se nos presenta como el cumplimiento de las promesas.  Lo que había sido imagen, en Él se vuelve realidad.  La ley y los profetas, todo lo antiguo, encuentra en El su perfección.

Jesús habla de la importancia de los «preceptos menores»; éstos adquieren su importancia y al mismo tiempo su plena dimensión cuando son mirados a la luz del amor y cuando el amor los vivifica.

Son cosas muy diferentes la meticulosidad un tanto neurótica de los escrúpulos y del detallismo legalista, y la finura del que ama. 

Miércoles de la X Semana Ordinaria

Mt 5, 17-19

Los textos de la primera lectura y del evangelio hacen referencia a la relación entre la Ley de Moisés, y la nueva ley, la “nueva alianza”, como dice san Pablo. Es frecuente la relación polar, norte y sur, entre dos realidades tanto en la conversación cotidiana, como en no poca literatura: distancia máxima entre ellas, cuando opuestas. El vicio de la simplificación, cuando la verdad está en la complejidad de los matices.

 A veces esa postura se aplica a la relación entre la ley mosaica y la de Jesús de Nazaret. Se olvida que el primer mandamiento de la ley de Moisés es amar a Dios, y el segundo amar al prójimo. Jesús de Nazaret dice al maestro de la ley, que a la pregunta de Jesús sobre cuál es el mandamiento primero y segundo de la ley, responde de esa manera, que acierta. Son también los mandamientos de la nueva ley.

Jesús en el texto evangélico exige que se cumpla hasta la última tilde la ley mosaica. Jesús dará plenitud a esa ley. Lo que Jesús hace es precisar quién es ese Dios y ese prójimo a los hay que amar. Las parábolas del Hijo pródigo y del Buen samaritano lo precisan. Ahí está la originalidad del mensaje de Jesús.

Hay que cumplir todos los mandamientos de la ley mosaica, mas se ha de hacer como ejercicio de amor, no por un simple cumplir una ley a la que se está obligado, porque alguien la impone. El Dios de Jesús no es un simple legislador, que impone una ley a los hombres. Es un Dios Padre, que quiere que se reconozca su amor, y se corresponda ese con amor a sus hijos. Estos, los hijos, no son solo los miembros de “su pueblo”, los judíos, sino todo ser humano. Y de manera especial los más necesitados, los que más exigen de atención humana, para vivir con dignidad de hijos de Dios.

Cristo, dice Pablo, nos genera la confianza que hemos de tener en Dios, en su Dios, el Padre. Jesús de Nazaret es su encarnación del amor de Dios es la razón de esa confianza en Dios. Confianza en ser servidores de la “nueva alianza”. Confianza, añade Pablo, que no se apoya en cumplir la letra de la ley, sino en movernos por su espíritu, el espíritu de la ley. Espíritu que se resume en cumplir la ley por amor, eso es la plenitud de la ley. Para ello necesitamos la ayuda del Espíritu -con mayúscula-, que es quien ha de derramar la fuerza del amor en nosotros.

Las lecturas de la eucaristía en este día, nos llevan a preguntarnos, sobre con qué espíritu, qué afectos, qué pretendemos cuando ajustamos nuestra vida a la ley, en sus diversos niveles. ¿Somos cumplidores simples de la ley, o nos preocupamos sobre los motivos por los que cumplimos la ley? ¿Nos quedamos en la letra de la ley o nos inquieta el “espíritu” con el que la cumplimos?