Sábado de la VIII Semana Ordinaria

Judas 17, 20-25

Aunque la carta de Judas se inicia: «Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago», los sabios que se dedican a estudiar la Santa Escritura nos dicen que muy probablemente su autor no es san Judas Tadeo, uno de los Doce, sino que el autor sería alguien posterior a la época propiamente apostólica.  Piensan que la carta fue escrita entre los años 70 a 90.  Sea lo que sea de esto, a nosotros lo que nos interesa es que la Iglesia oficialmente la ha recibido y transmitido como lo que es, Palabra de Dios, y así la recibimos nosotros.

Así, cada una de las recomendaciones de la carta que hemos escuchado son luz, aliento y guía en nuestro caminar cristiano.

La fe en Cristo predicada por los apóstoles es nuestro fundamento e impulso, la oración bajo la acción del Espíritu Santo es la fuente de fuerza para que nuestra esperanza sea confiada y activa.

Esto implica una actitud especial para con los que se equivocan, dudan o actúan mal.  Judas recomienda una compasiva ayuda «pero con cautela».  Termina con una solemne «doxología», es decir, alabanza al Padre por Cristo.

Mc 11, 27-33

En la semana final de Jesús, Marcos pone las disputas con cinco grupos representantes de la dirección del pueblo: los sacerdotes, los escribas, los ancianos, los herodianos, los saduceos.

Todos ellos se acercan al Señor, no es apertura y disponibilidad, sino para reclamarle, como lo que escuchamos, o para ponerle objeciones y trampas.  Jesús elude las trampas según los modelos de sabiduría de la época y muchas veces aprovecha para dar una enseñanza típicamente cristiana.

Jesús acababa de arrojar del Templo a los vendedores, por eso la pregunta: «¿Con qué autoridad hace todo esto?»

Jesús elude la respuesta haciendo a su vez una pregunta que es una «trampa», respondan lo que respondan, se verán comprometidos, por esto no quieren responder.

Ahora que estamos aquí reunidos con el Señor presente en la comunidad, en la Palabra y, en forma especial, en el Sacramento, debemos pensar, ¿cuál es la finalidad de este acercamiento?, ¿cuál es mi actitud?

Sábado de la VIII Semana Ordinaria

Mc 11, 27-33

En el evangelio vemos a Jesús enfrentado con los Saduceos que lo cuestionan por haber expulsado a los vendedores del templo.

El diálogo es interesante, ellos le preguntan: ¿Con qué autoridad haces esto? Y vuelven a insistir ¿Quién te ha dado semejante autoridad?, pero Jesús no les responde, sino que los cuestiona acerca del bautismo de Juan, y finalmente no les dice con qué autoridad lo hace, esta conclusión nos deja sorprendidos, nos gustaría saber la respuesta de Jesús.

Pero este cuestionamiento que hacen a Jesús es para perjudicar su imagen frente al pueblo, sabemos que su intención era buscar razones para condenarlo, entonces Jesús no se deja manipular, por eso no les responde directamente, pues Él es el Mesías, su autoridad viene del Padre, no tiene que demostrar su “autoridad”, son sus obras las que comprueban o dan razón de su autoridad.

Buscando razones “legales” o de acuerdo a su pensamiento, los saduceos no se abren a la sabiduría de Dios que les permitiría darse cuenta de a quién tienen delante de ellos, reconocer a Jesús como el Mesías.

Nosotros también podemos correr el riesgo de no reconocer la obra de Dios en nuestra vida y nuestro entorno, cuando nos cerramos a otras posibilidades, cuando no aceptamos que el otro piensa distinto.

Para no caer en los juicios rápidos y desechar todo lo que no se ajusta a lo que creo, es importante acoger la invitación que se nos hace en la primera lectura de buscar la sabiduría, desearla, pedirla constantemente, pegarnos a ella y cultivar nuestra relación con Dios en la oración.

En este tiempo de tanto sufrimiento por la pandemia nos podemos preguntar si reconocemos al Señor cuando todo se ve tan terrible, con tanta gente enferma, los que mueren, los que están sin trabajo, etc.

Creer en Jesús en la adversidad, no es fácil, sin embargo ¿Cuál sería la sabiduría que tendríamos pedir para el hoy de nuestras vidas?