Mc 2, 18-22
El Evangelio, la Palabra del Señor es el vino nuevo que se nos da, pero para ser buenos cristianos hace falta además un comportamiento nuevo, un estilo nuevo que es propiamente el estilo cristiano, y que son las Bienaventuranzas. Ese es el significado de las palabras que cierran el Evangelio de hoy (Mc 2,18-22): «Vino nuevo en odres nuevos». Y para saber cuál es el estilo cristiano lo mejor es ver si nuestras actitudes tienen algún estilo no cristiano, como son el estilo acusatorio, el estilo mundano y el estilo egoísta.
El estilo acusatorio es el estilo de esos creyentes que siempre intentan acusar a los demás, viven acusando: “No, pero ese, aquel… No ese, no… ese no es justo, ese era un buen católico…”, y siempre descalifican a los demás. Un estilo –diría yo– de “promotores injusticia”: siempre buscando cómo acusar a los otros. Y no se dan cuenta de que es el estilo del diablo: en la biblia al diablo se le llama el “gran acusador”, porque siempre está acusando a los demás. Es una moda entre nosotros, y lo era también en tiempos de Jesús, que en más de un episodio reprocha a los acusadores: “En vez de ver la paja en los ojos de los demás, mira la viga en los tuyos”; o también: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Así que vivir acusando a los demás y buscando defectos no es cristiano, no es odre nuevo.
El estilo mundano, del mundo, es el de esos católicos que pueden rezar el Credo, pero viven de vanidad y soberbia, apegados al dinero, creyéndose autosuficientes. El Señor te ofrece el vino nuevo pero tú no has cambiado los odres, ¡no has cambiado! ¡La mundanidad, la mundanidad que es lo que arruina a tanta gente, tanta gente! Gente buena pero que entra en ese espíritu de la vanidad, de la soberbia, de hacerse ver… No hay humildad, y la humildad es parte del estilo cristiano. Debemos aprenderla de Jesús, de la Virgen, de san José, que eran humildes.
Y también hay otro estilo que se ve en nuestras comunidades y que tampoco es cristiano, es el espíritu egoísta, el espíritu de la indiferencia. Me considero un buen católico, cumplo mis cosas, pero no me preocupo de los problemas ajenos; no me preocupo de las guerras, de las enfermedades, de la gente que sufre…, ni siquiera de mi prójimo. Es la hipocresía que Jesús reprochaba a los doctores de la ley.
Entonces, ¿cuál es el verdadero estilo cristiano? El estilo cristiano es el de las Bienaventuranzas: mansedumbre, humildad, paciencia ante el sufrimiento, amor por la justicia, capacidad de soportar las persecuciones, no juzgar a los demás… Ese es el espíritu cristiano, el estilo cristiano. Si quieres saber cómo es el estilo cristiano, para no caer en el estilo acusatorio, en el estilo mundano o en el estilo egoísta, lee las Bienaventuranzas. Y ese es nuestro estilo, las Bienaventuranzas son los odres nuevos, son el camino para llegar. Para ser un buen cristiano hay que tener la capacidad de rezar con el corazón el Credo, pero también de rezar con el corazón el Padrenuestro.