
Is 41, 13-20
Las palabras que por medio del profeta dirige Dios a su pueblo están llenas de cariño y ternura. Lo llama «gusanito de Jacob, oruga de Israel»; el pobre pueblo desterrado y diezmado no es casi nada, pero Dios omnipotente lo lleva de su mano, lo convertirá en instrumento de transformación y de juicio.
En medio de los grandes imperios que se sucedieron en el Medio Oriente Antiguo, apenas queda el recuerdo en la historia y las ruinas. En cambio el gusanito de Jacob, la oruga de Israel, sobrevive hasta el día de hoy.
La lectura de Isaías tiene una segunda parte que podríamos llamar «ecológica». Para los sedientos, los pobres e indigentes que no tienen agua, los que languidecen en el desierto de sus necesidades y miserias, Dios promete un paraíso regado por fuentes de agua viva, sembrado de las mejores especies de árboles conocidos en la Biblia. Nos suenan a utopía las palabras del profeta, a sueños irrealizables y consuelos imaginarios. Pero a nosotros corresponde convertir en realidad las utopías y los sueños. El amor, la justicia y el derecho, la solidaridad y el perdón que debemos testimoniar ante el mundo, lo pueden convertir en un paraíso. Porque no trabajamos nosotros, es por nuestro medio como actúa «la mano del Señor». No podemos convertir estas fiestas ya próximas en un pretexto para el despilfarro y la inconsciencia; han de revivir en nosotros la fe y el compromiso de hacer realidad las palabras de Dios.
Mt 11,11-15
Las palabras de Isaías en la primera lectura son como un bálsamo en el corazón porque anima a su pueblo a levantarse de su postración: “Yo, el Señor, tu Dios, te tomo por la diestra y te digo: No temas, yo mismo te auxilio. No temas, gusanillo de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio” Son palabras tiernas que intentan alentar y fortalecer a un pueblo que desfallece en el destierro y está a punto de sucumbir a la tentación del desaliento.
Pequeños como un gusanillo, insignificante como una oruga, así han hecho sentir al pueblo de Israel las agresiones y el hambre, las humillaciones y los fracasos. Pero el profeta lo invita a sentirse tomado por la diestra del Señor. Y lanza al pueblo de Israel a una misión que tiene los objetivos claros de destruir toda maldad. Son palabras dirigidas también a nosotros que en medio de nuestras angustias y debilidades buscamos nuevos caminos de salvación y nos enfrentamos a las nuevas dificultades que otros enemigos, muy distintos de los de aquellos tiempos se nos presentan.
Pero por más pequeños que nos sintamos, por insignificantes que nos consideremos, debemos reconocernos en la mano del Señor, debemos escuchar las dulces palabras de aliento que nos ofrece el Señor, debemos meditar en nuestro corazón la melodía de amor y de fortaleza que nos da Dios.
Tiempo de Adviento es tiempo de reconocerse necesitado y hambriento de Dios; es sentirse acurrucado a su regazo y protegido de todos los males, es descubrir, como nos dice el Salmo Responsorial, al “Señor que es bueno con todos” y cuyo amor se extiende a todas las criaturas.
Pero esta sensación de seguridad y de ayuda, de ninguna manera nos llevará a falsas ilusiones de proteccionismo o pasividad. Todo lo contrario, ya el mismo Señor nos dice que el Reino de los Cielos exige esfuerzo y que sólo los esforzados lo alcanzarán. Como Juan el Bautista y los profetas que lo anunciaron.
Juan el Bautista, el mayor de los profetas nos urge con su presencia y con sus palabras para descubrir esa misericordia y grandeza de Dios en el Mesías que está por llegar.
Ser cristiano y hacer que la vida cristiana sea una realidad no es algo que sucede por arte de magia, sino que exige de la cooperación de cada uno de nosotros. Es necesario por ello estar convencidos de que verdaderamente vale la pena ser cristiano. Si no estamos completamente convencidos de que la vida en el Reino, que la vida cristiana es la mejor opción y oportunidad que tiene el hombre para ser feliz y alcanzar la plenitud y su realización, será muy difícil que el Reino se haga una realidad.
¿Qué siente tu corazón al escuchar las palabras de Isaías? ¿Cómo te acercas a este Dios que es tu protección y tu vida?

