Martes de la II semana de Adviento

Mateo 18, 12-14 

Una de las cosas que siempre llaman la atención en la Sagrada Escritura es la continua preocupación de Dios por la salvación de todos los hombres, y de manera particular, como lo vemos hoy, por aquellos que se han alejado o se encuentran perdidos.

El tiempo del Adviento se presenta siempre como una nueva oportunidad que Dios nos brinda para acercarnos a él. Es el tiempo que recordamos, como nos lo dice san Pablo, que Dios no tuvo como bien el permanecer en su cielo, sino que se hizo uno de nosotros, se encarnó para rescatarnos. Jesús vino desde el cielo para que todos los que estábamos en la oscuridad viéramos la luz.

Es ahora también nuestra oportunidad de ayudar en esta acción de «rescate» de aquellos que aún no conocen o que conociendo no aman a Dios. Tu y yo, con nuestro testimonio lo podemos hacer, pero podemos, sobre todo en este tiempo, en lugar de hablar tanto de posadas y fiestas, aprovechar para hablar del misterio por medio del cual nos rescata y nos reintegra a su rebaño.

La Navidad, entonces no es solo una fiesta, sino un momento profundo encuentro con Dios. Adereza tus conversaciones con el tema de la Navidad, háblales a tus amigos de cómo Dios se hizo hombre para que tuviéramos vida y la tuviéramos en abundancia.

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