YCol 1, 9-14; Lc 5, 1-11
La Palabra de Dios siempre tiene mensaje para nuestras situaciones concretas. Cuando leemos con atención las palabras que San Pablo escribe a los Colosenses, parecen dichas también para nosotros y nuestro tiempo. Sus deseos son que “fortalecidos en todo aspecto por el poder que irradia de Cristo, puedan resistir y perseverar en todo con alegría y constancia”.
Son palabras dichas a unos cristianos que están enfrentando problemas tanto al interior de las comunidades como al exterior. Sin embargo, San Pablo los anima a que pongan su esperanza en Jesús. No para que se entusiasmen un momento, sino para que pueden perseverar con constancia.
Ciertamente las dificultades que presenta el mundo nos parecen enormes y hay momentos en que parece que ya no podremos salir adelante, pero precisamente en esos momentos experimentemos la presencia de Jesús en medio de nosotros. Él nos hace pueblo santo y capaces de participar de su herencia en el Reino de la luz.
¿Te sientes triste? Recuerda que Jesús nos ha liberado del poder de las tinieblas, que por su sangre recibimos redención. El verdadero cristiano no tiene derecho a darse por vencido ni en los peores momentos de su vida. ¡Su precio es la sangre de Jesús! No podemos vivir ni tristes ni angustiados. Si hemos caído en las redes del pecado, Jesús nos sigue amando e invitando a levantarnos. Para Él somos un tesoro muy valioso.
También en el Evangelio de este día encontramos esta cercanía y esta fortaleza que nos da Jesús. A Pedro que había intentado en vano pescar durante toda la noche, lo anima a que nuevamente vuelva a lanzar sus redes. “Confiado en tu palabra, echaré mis redes”, le dice Pedro y obtiene una pesca milagrosa. Así también hoy, si te sientes triste o desalentado, recuerda Cristo está contigo y en su nombre, con alegría, con perseverancia, con fortaleza, lanza tus redes.