Lc 6, 36-38
El tiempo de la cuaresma nos invita a descubrirnos como pecadores, como personas necesitadas del amor y la misericordia de Dios.
Y es importante llegar a ser conscientes de esta realidad ya que solamente cuando uno reconoce lo miserable que es, su corazón se puede abrir a los hermanos.
Ordinariamente las personas, soberbias, déspotas y egoístas no han tenido nunca la experiencia de encontrarse con sus debilidades y darse cuenta que no solo no son mejores que las gentes a las que han juzgado o maltratado sino que incluso muchas veces han sido peores que ellas mismas.
Cuando sientas el impulso de juzgar o de condenar, mira un poco en tu interior y descubrirás que no eres mejor que él, y que a pesar de esto, Dios te ama y te muestra su misericordia… seguramente esta mirada interior te llevará a amar, a perdonar y a ayudar a tu hermano.