Homilía para el 28 de septiembre de 2018

Lc 9, 18-22

Confesar que Jesús es el Mesías en el grupo cerrado de los discípulos ya implica sus riegos. Lo hace Pedro con valentía y a nombre de todo el grupo. Pero eso mismo, Pedro que ahora se levanta valiente para proclamar a Jesús, terminará temblando ante una mujer que lo reconoce y le dice que es del grupo de Jesús. Pedro lo negará y jurará que no lo ha conocido.

Una cosa es decir quién es Jesús para los demás, aunque ya sea un gran reconocimiento nombrarlo como uno de los profetas más prestigiados y querido por el pueblo, y otra cosa muy diferente es responder quién es Jesús para nosotros. Eso compromete y nos deja al descubierto.

Pedro no se equivoca en su confesión de fe, Pedro se equivoca en la forma en que espera que Jesús sea Mesías. No escucha o parece no escuchar la descripción que inmediatamente hace Jesús: anuncia dolores, sufrimiento, persecución y aparente fracaso. Pedro no está dispuesto a pasar por esto, y muchos de nosotros tampoco estamos dispuestos a pasar por estos dolores y sufrimientos; no estamos dispuesto a sufrir caídas y fracasos por el Evangelio.

Hay quien ha querido mirar esta propuesta de Jesús como una especie de conformismo frente al dolor. Pero si alguien luchó contra el dolor y la injusticia, si alguien propuso la felicidad para los pequeños, si alguien comprendió el camino de la cruz como paso a la resurrección fue Jesús. Pero Jesús no propone la felicidad en la abundancia de bienes pasando por encima de los hermanos, no propone la indiferencia frente al dolor de los otros, no propone la mentira como camino de justificación. Y cuando se defiende la verdad y la justicia, irremediablemente nos encontraremos con la oposición como le pasó a Jesús.

No estoy de acuerdo con una religión que ata las conciencias y que hace sumisos a los débiles, pero tampoco estoy de acuerdo con una religión de la felicidad que promete solamente regalos y bendiciones sin el compromiso y la lucha por establecer el Reino de Dios.

Cristo acepta la cruz como camino de vida, no como el final de su proyecto. Lo que quiere Jesús es que todos tengan vida.

Que este día, al confesar a Jesús como nuestro Mesías, también nos comprometamos, a pesar de las oposiciones y problemas, a construir juntamente con Él, su reinado de paz, aunque esto tenga dificultades y obstáculos.

Y tú, ¿qué tipo de Mesías piensas que es Jesús?

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