Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo.
¿Quién no recuerda con nostalgia las oraciones infantiles, dirigidas por nuestra madre, encomendándonos al ángel de la Guarda? ¿Quién no ha sentido la necesidad de protección y de cuidado en los momentos más difíciles de nuestro peregrinar y buscamos angustiados algún refugio?
Basta leer el pasaje que nos presenta hoy Job para comprender que nuestra vida está llena de dolor, de incomprensiones y de dudas.
Job se atreve hasta maldecir el día que nació y a maldecir hasta de la vida que está llevando. Conocemos más su santa paciencia que le hace exclamar: “Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea el Señor” Pero hay otros pasajes, que en general son menos conocidos, donde explota en dolor con gritos de desesperación.
Los Ángeles, o el Ángel de la Guarda, es una bella forma de sentir la presencia de Dios en nuestra vida y de acogernos a su providencia, sobre todo en los momentos difíciles.
El hombre no está en un torbellino de maldad, perdido sin esperanza. Dios acude de muchas formas hasta su encuentro. En la historia de la salvación se hace presente Dios ante un hombre por medio de sus ángeles, y la gran promesa al pueblo de Israel asegura que te precederá mi ángel, confirmando la presencia de Dios junto al caminar de su pueblo.
Hoy, se hace burla de ángeles y diablillos que nos susurran al oído lo bueno o lo malo, y se presenta como más interesante y mejor la maldad aconsejada por el diablillo. No debemos caer en esas trampas de olvidarnos de la presencia de Dios y cuidar sentir siempre su amor en todos los momentos de nuestra vida, aún en los más difíciles como la enfermedad o la injusticia.
Dios está con nosotros y escucha nuestro clamor; Dios da sentido a nuestros esfuerzos y recompensa nuestras fatigas; Dios nos sostiene y anima en todo momento.
Hoy contemplemos este gran amor de Dios, manifestado en los Ángeles. Hoy contemplemos a los Ángeles de la Guarda que alaban a Dios y nos recuerdan su amor.
Contemplar a Dios y cuidar a los hombres, esa es la misión de un ángel, ¿no será también nuestra misión?
Que experimentemos la protección y ayuda de los Ángeles Custodios.