Homilía para la festividad de san Lucas (18 octubre 2018)

Hoy celebramos de nuevo a una piedra fundamental de este edificio que es la Iglesia, del que por la misericordia de Dios, formamos parte.

Hoy celebramos a san Lucas. ¿Quién no se ha acercado a su evangelio y descubierto la misericordia del Señor? ¿No han quedado grabadas en nuestro corazón sus grandes parábolas como la del Hijo Pródigo o la del Buen Samaritano?

Es el evangelista que mejor ha captado ese mensaje a favor de los más pobres, de los pecadores y de los miserables. Ya desde el mismo prólogo de su evangelio nos anuncia que quiere fortalecer nuestra fe, darnos seguridad en el seguimiento de Jesús.

Al presentarnos a Jesús en la sinagoga, dispuesto a iniciar su ministerio, nos describe a Jesús como ungido por el Espíritu Santo y enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres, la liberación a los cautivos y la luz a los ciegos. San Lucas, también nos presenta la salvación como un camino que hay que recorrer con alegría.

Podríamos incluso leer su evangelio e ir subrayando cada vez que encontremos esas expresiones, entonces descubriremos que vivir la opción por el Reino, aunque es radical y no admite confusiones, también produce una gran alegría interna. Historia de alegría de Isabel que ha engendrado al Bautista; María llena de gozo y movida por el Espíritu pronunció su Magníficat, y así sucesivamente cada uno de los personajes manifiestan su alegría al percibir la visita del Señor a su pueblo.

Y en cuanto a la fe, tan escasa en nuestros tiempos, convendría muy bien dar una leída a los pasajes que nos narra san Lucas. Todo el camino que nos muestra es un camino de fe. Una fe que muchas veces es atacada y cuestionada. Una fe que es exigida para realizar los milagros. Una fe que sólo el Señor Jesús puede suscitar en nuestro corazón.

También nos presenta la necesidad de la evangelización. Una misión que brota del conocimiento de Jesús y del encuentro con Él, que no puede ocultarse. Una misión que debe realizarse al mismo estilo de Jesús como nos lo muestra el evangelio de este día: sin adornos, sin armas, sin poderes, con la luz del Evangelio, con la fuerza de la pobreza y con el anhelo de paz para cada lugar que se visita.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, nos manifiesta a la pequeña comunidad que impulsada por el Espíritu deja sus miedos y se lanza por nuevos caminos a anunciar el Evangelio.

¿Por qué no nos animamos a leer su evangelio y el libro de los Hechos de los Apóstoles y a dejarnos cuestionar sobre nuestro comportamiento y la forma de vivir y manifestar nuestra fe?

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