Miércoles de la XIV semana del tiempo ordinario

Mt 10,1-7

¿Cuál es la tarea de un discípulo de Jesús? ¿Cómo podremos hoy nosotros decir que somos discípulos de Jesús? Serían las preguntas que deberíamos hacernos y de su respuesta dependerá nuestra forma de actuar.

El pasaje de este día es como una respuesta a las inquietudes que ya el día de ayer se suscitaban: hay pocos trabajadores y la mies es mucha. Jesús llama a “unos trabajadores” y les da la misma misión que Él tenía.

Si ayer encontrábamos a Jesús expulsando demonios, ahora encontramos que a los que ha llamado también tienen el poder de expulsar demonios; si el Maestro pasaba curando de toda enfermedad y dolencia, ahora también los discípulos tendrán esa misma tarea.

Este capítulo de San Mateo es considerado el Discurso Misionero porque va dando poco a poco instrucciones a sus discípulos sobre la forma que quiere construir su Reino. El llamado es personal, pero tiene un sentido comunitario. El poder que otorga no tiene como beneficiario al propio discípulo, es para expulsar los espíritus impuros, y entendamos que espíritus impuros serían toda la serie de enfermedades que afectaban a las personas de aquella generación.

Su misión, en una palabra, era dar vida de la misma forma que la daba Jesús.

Encontramos los nombres de los Doce y el señalamiento de alguna particularidad de algunos de ellos. Es que Jesús tiene muy en cuenta a la persona, no actúa en el anonimato, sino que es respetuoso de la dignidad de cada uno. Es la pequeña comunidad con la que tendrá más cercanía pero que es señal del Reino que será universal y para todas las naciones.

Hoy sigue llamando el Señor Jesús, pronuncia nuestro nombre y nos invita a dar vida en los diferentes espacios donde nos encontramos. Hoy nos lanza a buscar a todos los que sufren y son ignorados para darles a conocer la Buena Nueva de que son Hijos de Dios y que tienen un Padre que los ama.

Tendremos que desterrar y expulsar los malos espíritus que dañan y perjudican nuestras comunidades y nuestras familias, tendremos que dar vida, salud y plenitud, como lo hizo Jesús.

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