Jueves de la XX semana del tiempo ordinario

Mt 22, 1-14

Dios nos ha invitado de muchas maneras a participar del Reino, de la vida en Abundancia pensada por Dios para el hombre desde toda la eternidad, la cual habíamos perdido por el pecado. Sin embargo aceptar o no depende de cada uno de nosotros. ¿Excusas? ¡Muchas! Pero como vemos en este pasaje, ninguna cuenta, ni para no asistir ni para presentarnos indignamente a la mesa del Señor.

Y digo para presentarnos dignamente a la fiesta, pues un detalle que no se conoce y que a veces hace que se juzgue duramente al Rey que exige a un pobre el llevar vestido de fiesta, es que el traje de fiesta en este tipo de eventos era proporcionado por el mismo que hacia la invitación por lo que no había excusa para no tenerlo.

Lo mismo pasa con nosotros. Dios nos ha hecho la invitación sin pensar si somos buenos o malos, pobres o ricos, nos ama y nos ha invitado así como somos. Además nos ha llenado de gracias, sobre todo de la gracia santificante, que es el vestido para la fiesta del Reino. Por ello no hay excusa para no asistir, para no vivir en el reino del amor, la justicia y la paz en el Espíritu Santo en una palabra no hay excusa para no ser santo.

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