Hoy es la fiesta de los santos Cirilo y Metodio, hermanos de sangre y Patronos de Europa. Fueron misioneros y evangelizadores en una gran parte de la geografía europea. Prepararon textos litúrgicos en lengua eslava, escritos en caracteres que después se denominaron “cirílicos”.
El Evangelio conecta con estos grandes misioneros —ya que Jesús, enviado por el Padre y por el Espíritu— formó misioneros a su alrededor y los envió. Envió a los doce apóstoles y a los setenta y dos discípulos. Los primeros podrían representar a los sacerdotes y a los consagrados a Dios por los votos religiosos. ¿Quiénes serían los setenta y dos discípulos? Todos los cristianos. Jesús nos envía a todos. Cada uno de nosotros es un enviado, un misionero suyo.
Quizá nos deberíamos repetir con mayor frecuencia que Jesús nos envía (tanto si somos de los doce como de los setenta y dos). Cada uno en la parcela y en la tarea concreta de la misión que nos encomienda.
¿Cuál es nuestra misión y el mensaje que llevamos de parte de Jesús? Hemos de anunciar el Reino y proclamar la paz: «Decid primero: ‘Paz a esta casa’; (…) decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’» (Lc 10,5.9). San Francisco lo resumía en dos palabras: «¡Paz y Bien!». Y, ¿cuándo somos misioneros? Cuando nuestra vida en el hogar, en el trabajo y en todas partes, rezuma la paz y la bondad de un corazón reconciliado. Es un testimonio que hemos de dar, algunas veces con palabras, y siempre con nuestra conducta de cristianos.
Los santos Cirilo y Metodio reconocieron que esta vocación y misión son un regalo de Dios. Cirilo lo expresó rezando: «Tuyo es el don por el cual nos has destinado a predicar el Evangelio de tu Cristo, y a promover aquellas buenas obras que te son complacientes».
¡Ojalá que, por intercesión de los santos Patronos de Europa, seamos fieles misioneros de Cristo!