San Matías, Apóstol

Matías, un nombre muy común entre los hebreos, significa “don del Señor”; en realidad este apóstol recibió el don de ser agregado al grupo de los Doce, en remplazo de Judas, para ser con los demás apóstoles, testigo de la resurrección del Señor.

Después de la Ascensión del Señor, Pedro propuso que se eligiera el remplazo del traidor. Dijo, entre otras cosas: “Conviene, pues, que de los varones que nos han acompañado todo el tiempo que entre nosotros permaneció el Señor, Jesús, a partir del bautismo de Juan hasta el día en que fue elevado a lo alto, sea constituido uno de ellos testigo de su resurrección, con nosotros”. Presentaron a dos: José, llamado Barsabá, y a Matías. Y concluye el libro de los Hechos de los Apóstoles: “Lo echaron a suertes, y cayó la suerte sobre Matías, que fue contado con los Once Apóstoles”.

Matías, pues, estuvo constantemente cerca de Jesús, desde el comienzo hasta el final de la vida pública del Redentor. Testigo de Cristo, y sobre todo de su resurrección, porque la resurrección del Salvador es la razón misma del cristianismo. Matías vivió con los Once el milagro de la Pascua, y con todo derecho podrá anunciar a Cristo, por haber sido espectador de la vida y de la obra de Jesús “desde el bautismo de Juan”.

Esta era la primera condición que proponía Pedro. La segunda y la tercera eran el llamamiento divino y la invitación, y que vemos en la oración del colegio apostólico: “Muéstranos, Señor, a quien has elegido”.

A nosotros nos puede maravillar el modo de elegir a Matías: echando a suertes. Interrogar a la suerte para conocer la divina voluntad un método conocido en la Sagrada Escritura. La división misma de la Tierra prometida se hizo por medio de la suerte; y los apóstoles pensaron que era oportuno seguir el mismo método. La comunidad propuso dos candidatos: José, hijo de Sabas, llamado el Justo, y Matías. La suerte cayó sobre Matías. EL nuevo apóstol, cuyo nombre brilla en la Escritura sólo en el momento de la elección, vivió con los Once la fulgurante experiencia de Pentecostés antes de emprender, como los otros, los caminos del mundo a anunciar “las glorias del Señor “.

No se sabe nada de su actividad apostólica, ni si murió mártir o de muerte natural, porque las narraciones sobre él pertenecen a escritos apócrifos. A la tradición de la muerte por decapitación con una hacha se une el patrocinio especial que le atribuyen los carniceros y los carpinteros.

San Matías

Hoy celebramos la fiesta de San Matías, Apóstol. ¿Qué se requiere para ser un apóstol? Era muy difícil la elección para sustituir a Judas. No solamente porque el puesto del traidor sería visto con dolor, sino porque para encontrar un verdadero discípulo se pondrían muchas condiciones.

Las dos lecturas de este día nos ofrecen las pistas para ser verdaderos discípulos de Jesús. Las condiciones que le ponen al substituto de Judas es que sea alguien que ha acompañado a Jesús durante toda su vida pública: desde que fue bautizado hasta su ascensión. Pero no sólo un acompañante, sino que tiene que ser un testigo de la resurrección de Jesús.

¿Cómo ser testigo de Jesús Resucitado? El testimonio que nosotros podemos ofrecer aparece claramente en el evangelio: reconocerse primeramente amado por Jesús, permanecer en ese amor y amar como ama Jesús. 

El amor que Jesús nos ofrece es gratuito. El amor que nosotros debemos ofrecer a los hermanos es también gratuito.

La elección de Matías tuvo por una parte una cuidadosa selección por parte de la comunidad, pero además se pusieron en oración y se confiaron a la providencia para que fuera elegido conforme al Espíritu. Quizás nos parezca hasta una forma infantil de hacer elecciones, eso de echar suertes, pero lo que quiere resaltar el libro de los Hechos, es la conciencia que tenía la comunidad de que todo era obra del Espíritu. Así queda muy claro que no es tanto por las cualidades y por los méritos propios, sino que es por la gratuidad del Espíritu que había sido elegido.

Cristo insiste en este aspecto al señalarnos que no somos nosotros los que lo hemos elegido, sino que es Él quien nos ha elegido. Así que no tendremos nada de que vanagloriarnos, ni por lo cual actuar como si fuéramos héroes a la hora de seguir a Jesús. Todo es gratuidad y sin mérito propio.

Ojalá que también hoy nosotros apreciemos este regalo de sabernos llamados por Jesús, de ser considerados de los suyos, de sus amigos y confidentes. Y así nos dispongamos a dar los frutos que Él espera de nosotros.

San Matías, Apóstol

Matías, un nombre muy común entre los hebreos, significa “don del Señor”; en realidad este apóstol recibió el don de ser agregado al grupo de los Doce, en remplazo de Judas, para ser con los demás apóstoles, testigo de la resurrección del Señor.

Después de la Ascensión del Señor, Pedro propuso que se eligiera el remplazo del traidor. Dijo, entre otras cosas: “Conviene, pues, que de los varones que nos han acompañado todo el tiempo que entre nosotros permaneció el Señor, Jesús, a partir del bautismo de Juan hasta el día en que fue elevado a lo alto, sea constituido uno de ellos testigo de su resurrección, con nosotros”.

Presentaron a dos: José, llamado Barsabá, y a Matías. Y concluye el libro de los Hechos de los Apóstoles: “Lo echaron a suertes, y cayó la suerte sobre Matías, que fue contado con los Once Apóstoles”.

Matías, pues, estuvo constantemente cerca de Jesús, desde el comienzo hasta el final de la vida pública del Redentor. Testigo de Cristo, y sobre todo de su resurrección, porque la resurrección del Salvador es la razón misma del cristianismo. Matías vivió con los Once el milagro de la Pascua, y con todo derecho podrá anunciar a Cristo, por haber sido espectador de la vida y de la obra de Jesús “desde el bautismo de Juan”. Esta era la primera condición que proponía Pedro. La segunda y la tercera eran el llamamiento divino y la invitación, y que vemos en la oración del colegio apostólico: “Muéstranos, Señor, a quien has elegido”.

A nosotros nos puede maravillar el modo de elegir a Matías: echando a suertes. Interrogar a la suerte para conocer la divina voluntad un método conocido en la Sagrada Escritura. La división misma de la Tierra prometida se hizo por medio de la suerte; y los apóstoles pensaron que era oportuno seguir el mismo método. La comunidad propuso dos candidatos: José, hijo de Sabas, llamado el Justo, y Matías. La suerte cayó sobre Matías. EL nuevo apóstol, cuyo nombre brilla en la Escritura sólo en el momento de la elección, vivió con los Once la fulgurante experiencia de Pentecostés antes de emprender, como los otros, los caminos del mundo a anunciar “las glorias del Señor “.

No se sabe nada de su actividad apostólica, ni si murió mártir o de muerte natural, porque las narraciones sobre él pertenecen a escritos apócrifos. A la tradición de la muerte por decapitación con una hacha se une el patrocinio especial que le atribuyen los carniceros y los carpinteros.