Jn 1, 45-51
El evangelio de hoy nos lleva al encuentro personal con Jesús, un encuentro de tú a tú, de amigos, de conocidos, o incluso con desconocidos. Un encuentro que nos hace ser testigos de nuestra fe.
Un encuentro que nos une y nos hace hermanos
Así podemos ver cómo fueron los comienzos de nuestro cristianismo, ese encuentro que vivieron los apóstoles con Jesús, que sintieron algo muy especial al verle, algo que les transformó el corazón y atentos a su llamada dejaron todo y se fueron con Él.
Hoy es la fiesta del Apóstol San Bartolomé, él nos ayuda a recordar el motivo por el que fue creado el grupo de los Apóstoles. Bartolomé vivió este encuentro con Jesús, ciertamente con muchas dudas, ya que dudó de si de Nazaret podría salir algo bueno, dudó de Jesús; por eso muchas veces el testimonio de otros nos pueden a ayudar a VER, a disipar esas dudas, a llevarnos con su testimonio a VER el rostro de Jesús, y creer que él es el Camino que nos lleva a Dios, es la VERDAD que nos hace hijos de Dios y hermanos suyos, y es la VIDA que nos hace ser uno con Cristo.
Así como Felipe le dijo a Bartolomé: “VEN Y VERÁS”, así puede ser nuestra primera experiencia en nuestra búsqueda de Dios. Pudo ser otra persona quien nos mostró el camino de nuestra fe, nos ayudó a CREER, a SEGUIR, a CONFIAR, porque vimos en ellos ese brillo de Cristo en sus ojos, sentimos ese Amor que Cristo nos da en el corazón de los otros, en su forma de vivir , de transmitir lo que sienten, en su felicidad. Eso nos transforma y nos ayuda a ser amigos de Jesús.
Los Apóstoles son comparados con las doce puertas de Jerusalén, la Jerusalén celestial, a través de las cuales todos podemos entrar en el mismo corazón de Dios, en el corazón de la iglesia.
Al igual que dentro del grupo de los seguidores de Jesús hay mucha variedad, también dentro de la iglesia sigue habiendo mucha variedad, hombres y mujeres, jóvenes y menos jóvenes, pobres, campesinos, incluso quienes viven un tanto escépticos pero que aun así forman parte de nuestra iglesia.
Es muy importante que exista esa variedad porque se abre ante nosotros un mar de riqueza, una iglesia llena de vida y así nuestra iglesia y el evangelio será extendido a todas las partes, y la siembra tendrá su fruto.
Quizás también nosotros, como Bartolomé, dudamos de las cosas sencillas que Jesús nos pone en el camino y no somos capaces de ver en la gente humilde y sencilla, en esos a los que nadie quiere, al mismo Cristo que habita en sus corazones, el que murió y resucitó por todos.
Sin embargo somos llamados a escuchar lo bueno que Dios pone en nuestra vida, tenemos que ver la misericordia de Dios en cada situación, en cada momento, aunque creamos que Él no está ahí presente.
Jesús es la llave que nos abre las puertas de la iglesia, nuestra iglesia. A la que todos, no sólo estamos invitados, sino que tenemos la obligación, el derecho y el gozo de hacer una iglesia viva, que tenga las puertas abiertas a todos. Una iglesia que no genere dudas, sino seguridad y PAZ.
Jesús es nuestro camino que nos llama de una manera personal para ir y ver las grandezas de Dios.