Eclesiatés 1, 2-11 (Coh)
La primera lectura de hoy la hemos tomado del libro de Cohélet. Esta es una palabra hebrea que luego pasó por el griego y el latín y nos llegó como Eclesiatés.
Cohélet quiere decir, el que toma la palabra en la reunión o asamblea religiosa.
Se ha dicho que el Cohélet expresa, con un lenguaje muy práctico algunos sentimientos que siguen siendo muy actuales: el desencanto… el aburrimiento… el aparente absurdo de la vida y de la muerte…
El autor vivió hacia el siglo III A.C., en una época de brillante civilización; época, en que, igual que hoy, la gente se lanzaba a lo fácil, al confort, al lujo… Todas esas cosas que atraen, aturden, encandilan… y al fin, desencantan.
No es, pues, puramente amargura lo que expresa el Cohélet: «Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión». Es puro realismo, es mirar lo falso de ciertas realidades para buscar las más auténticas.
Lc 9, 7-9
Estamos en la primera misión de Cristo, y su fama va creciendo. Herodes se entera de lo que va sucediendo y, como dice el evangelio: «estaba perplejo».
Herodes se hace una pregunta que debería estar presente y ser constante en nosotros: «¿Quién será éste?» Y esto suscita en él una situación o un estado de ánimo que igualmente debería estar presente y ser constante en nosotros: «y tenía curiosidad de ver a Jesús».
Esto en alguna manera tiene conexión con la escena de la pasión del Señor cuando Pilato lo remitió a Herodes: «Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que esperaba ver algún milagro que El hiciera».
La pregunta y el deseo de verlo, por desgracia, estaban muy lejos de la real apertura y disponibilidad hacia la salvación; era más bien una simple curiosidad hacia un hombre y hacia unos hechos fuera de lo común.
Que nuestra pregunta ¿quién es Jesús?, y nuestro deseo de conocerlo más, sea un preludio a un don cada vez más grande del Señor.
Que con esta pregunta y este deseo celebremos hoy nuestra Eucaristía y que se pueda decir de nosotros lo que se dice de los discípulos de Emaús: «lo reconocieron en la fracción del pan».