Martes de la XXXIV semana del tiempo ordinario

Lc 21,5-11

No busquemos aterrarnos mutuamente ni vivir en el miedo pensando en que el tiempo está cerca y ya se acaba la figura de este mundo con la venida del Justo Juez, Cristo. Y no es así porque El mismo nos lo acaba de decir: no se dejen engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: «Yo soy» y «el tiempo está cerca». ¿Quiere Cristo que vivamos atemorizados? No.

Inquietudes de todos los tiempos son las que le presentan a Jesús, inquietudes que pueden disimularse, que pueden hacerse a un lado tratando de ignorarlas, pero que siempre estarán volviendo una y otra vez con insistencia: ¿Cuándo será el fin del mundo?

Hacemos obras grandiosas y después nos enorgullecemos o nos asombramos y nos sentimos inmortales, como la Torre de Babel, nos sentimos más grandes que Dios. Pero todo esto va a pasar y al final “no quedará piedra sobre piedra”

Entre más admiramos las grandezas, más parece asómbranos la incógnita sobre el final del mundo y la desaparición de todo. Hay muchas teorías, pero ninguna parece satisfacer nuestra curiosidad.

¿Qué pensarán las generaciones venideras sobre nuestros aires de grandeza y nuestra pretensión de inmortalidad?

Ya los israelitas se asombraban de la grandeza del Templo y sabemos que muy pronto fue destruido.

Las palabras de Jesús son para prevenirnos, no para infundirnos miedo. Las palabras de Jesús son para que demos a cada cosa su verdadero valor y para que miremos el futuro. No somos eternos, somos polvo que hoy es y mañana no existe. ¿Por qué entonces tanto orgullo y tanta seguridad? Muchas veces se nos olvida que somos peregrinos y nos atamos a las cosas como si nunca las fuéramos a dejar, nos esclavizan y condicionan.

Necesitamos recuperar nuestro sentido y nuestra actitud de peregrinos en esta vida, saber que esta vida pasa, y prepararnos para la futura morada.

Las palabras de Jesús hoy tienen que despertarnos de nuestro letargo y espabilarnos de nuestro sueño. Es cierto, no sabemos ni el día ni la hora, pero también es muy cierto que el final llegará y que tendremos que estar preparados.

Si hoy fuera para nosotros el último día, ¿cómo lo viviríamos?, ¿Qué cambiaríamos si supiéramos que hoy sería nuestro último día?

¿Qué le decimos a Jesús si hoy fuera nuestro último día?

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