Miércoles de la XXXIV semana del tiempo ordinario

Lc 21,12-19

Siempre he creído que ser cristiano cuando las cosas caminan bien no es problema. Lo difícil es, como dice el Señor, perseverar en los momentos difíciles.

Son los últimos días del año litúrgico y las lecturas nos van encaminando, poco a poco, a una reflexión sobre el tiempo final.

¿Qué espero yo al final de mi vida? ¿Qué epitafio me gustaría que pusieran en mi lápida? ¿Lo que estoy haciendo me está llevando a eso que espero?

A veces, me he puesto a imaginar las terribles escenas que nos cuenta el libro de Daniel, como la de hoy en la primera lectura, ya sé que son escenas de un libro apocalíptico y que tienen su propia finalidad, pero precisamente por eso tenemos que reflexionar sobre esas escenas.

En medio de un banquete, ante el asombro del Rey Baltasar y todos sus acompañantes, aparecieron los dedos de una mano que se pusieron a escribir sobre la pared del palacio. Ellos que bebían y disfrutaban profanando los vasos sagrados quedaron impresionado por la visión, pero no lograban entender las palabras.

Daniel es llamado para interpretarlas y descifrar su mensaje. Contado, pesado y dividido eran las enigmáticas palabras y claro que se referían concretamente a la situación del poderoso Rey Baltasar, pero también podemos hacer una interpretación y aplicárnosla a cada uno de nosotros.

Si nuestros días están contados, si no somos eternos, si estamos de paso, ¿Por qué no vivir con desapego y libertad frente a los bienes del mundo? ¿Por qué nos limitan tantas ambiciones?

Pesado. La balanza de Dios, tiene como gran finalidad medir nuestras obras a favor de los más necesitados. Cristo mismo nos dice que el juicio será sobre lo que hayamos hecho por Él, pero en la persona de los pequeños e insignificantes. ¿Cuánto pesarán esas obras que parecen desconocidas, hechas a favor de los que no cuentan para los ojos del mundo?

Finalmente la palabra dividido, aunque se refería de manera muy clara a las posesiones del Rey, también puede ser muy fácilmente aplicada a lo que pretendemos poseer nosotros. ¿A mano de quien van a parar nuestras posesiones cuando muramos? ¿Valieron la pena todos los sacrificios que hicimos por nuestras posesiones?

Si esta lectura nos lanza por el camino de una seria evaluación, el pasaje evangélica, por el contrario, nos anima para que nos sostengamos en la esperanza de los últimos tiempos. Aunque haya persecuciones, aunque existan traiciones, aunque parezca que estamos solos, si nos mantenemos firmes conseguiremos la vida porque el Señor camina con nosotros.

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