Viernes de la IV semana de Cuaresma

Jn 7,1-2.10.25-30


Uno de los elementos que podemos destacar de este evangelio es el hecho de que Jesús quería pasar desapercibido, pues decía: que llegó no abiertamente sino en secreto, como de incógnito. 

Sin embargo el resultado es que todo el pueblo se dio cuenta de que él ahí estaba. A pesar de que su idea era no ser visto, el celo por la predicación lo lleva al templo, y todos lo reconocen. 

Para nosotros, ¿cuál sería la más grave acusación que pudieran hacer los judíos en contra de Jesús? Sí, ya sé que muchos diríamos que ninguna acusación es válida, pero también nosotros condenamos a Jesús y casi por las mismas razones que lo hacían los judíos. También a nosotros nos lástima que cuestionen nuestra religiosidad sin compromisos; también para nosotros son sus acusaciones de incongruencias y de mentiras. A nosotros también se nos puede aplicar las duras palabras de hipócrita y sepulcros blanqueados. 

Jesús no teme nuestras iras ni tampoco nuestras amenazas, ni los insultos de los hombres de aquella época o de este tiempo. Jesús, hombre que vive en el conflicto, sabe vivir con verdadera libertad, no condicionarse por prejuicios o temores convencionales o convenencieros. 

Jesús es hombre libre, aunque sabe que su misión lo puede llevar al sacrificio supremo, a la condena total. Sin embargo, se entrega libremente y por amor a su misión. Y asume todas las consecuencias que pueda traer. Lo contemplamos predicando abiertamente en Jerusalén. 

¿Podríamos nosotros imitar a Jesús y actuar rectamente y con toda libertad, en todas las circunstancias de nuestra vida? ¿Podemos comprometernos en la lucha por la verdad, por la paz, por el reino, sin temor a lo que pueda pasar? 

Ciertamente, nosotros muchas veces, parecemos demasiado prudentes o quizás hasta se nos pueda acusar de indiferentes ante las propuestas que nos presenta Jesús. 

Está Cuaresma nos lleva a un compromiso serio para buscar ser libres para el compromiso. Acerquémonos hoy a Jesús, contemplemos su predicación. Pidamos que nos ayude a tener muy claro cuál es nuestra misión y que nos atrevamos a asumir los riesgos que ella implica. Que no vivamos con temor, sino que nos atrevamos a vivir con valentía las opciones del Reino. 

Contemplemos a Jesús, ¿qué nos dice hoy frente a la actitud que tomamos ante su reino?

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