Viernes de la II Semana de Adviento

Mt 11, 16-19

Adviento es el tiempo de la Palabra, tan frágil que se la lleva el viento, tan poderosa la palabra que da vida. La Palabra con mayúsculas nos viene a revelar al Padre, viene a hacerse carne, viene a hacerse humanidad. Es la Palabra que da vida, es la Palabra que salva, es la Palabra que libera.

Pero la Palabra para sembrarse en el corazón debe ser escuchada. El hombre muchas veces se vuelve sordo a la Palabra, se llena de ruidos y egoísmos, se tapa sus orejas con sus grandezas y ansiedades. Adviento es el tiempo de la Palabra.

A nosotros que vivimos en un mundo de rebeldías y de deseos de libertad, bien nos vendría hacer una seria reflexión sobre el motivo de nuestros continuos fracasos. «Si hubieras obedecido mis mandatos, sería tu paz como un río y tu justicia como las olas del mar», reclama el Señor a Israel, en la lectura de Isaías. Y es que cada vez que Israel, desoyendo las palabras del Señor, se encamina por sus propios senderos, ha encontrado fracasos y miserias. No ha aceptado escuchar las instrucciones del Señor.

Israel ansiaba libertad y se ha topado con las esclavitudes.  No ha aceptado la guía del Señor y se ha perdido por caminos torcidos y traicioneros. “Ojalá hubieras escuchado mis palabras”.  Un hipotético, pero negativo “hubieras” que hace presagiar las peores consecuencias. Pero no todo está perdido, es tiempo de escuchar la Palabra, es tiempo de aceptar su guía, es tiempo de vivir sus mandamientos.

El salmo primero, que hemos proclamado, hace la alabanza del que escucha y confía, del que no se deja guiar por mundanos criterios y no anda en malos pasos.

Jesús es presentado a los hombres de su tiempo como la Palabra, el Mensaje, pero no es aceptado porque se sale de los esquemas habituales y aparece cercano, comiendo y dialogando con los pecadores. Excusas sin sentido, porque tampoco han escuchado las auténticas palabras de Juan el Bautista que vivía en pobreza, que practicaba el ayuno y que exigía escuchar la Palabra.

Lo grave es cerrar el corazón y el oído a la Palabra.

Tiempo de Adviento, tiempo de silencio, tiempo escucha, tiempo de la Palabra.

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