21 de Diciembre Feria Privilegiada

Lc 1, 39-45

María, embarazada de la Palabra, embarazada del Amor, no puede permanecer inmóvil, su silencio se ha hecho fecundo y tiene que transmitir su alegría. Nadie mejor para recibir su mensaje que su prima, tanto tiempo despreciada, tanto tiempo avergonzada de su esterilidad.

El encuentro de las dos mujeres se vuelve en canto de Acción de Gracias y alabanzas al Dios que se ha manifestado en las pequeñeces y en las esterilidades.

No es el orgullo ni la falsa modestia, no es la exigencia de la visita que busca atenciones y servicios, es la profunda alegría de dos mujeres que han visto florecer su seno por la gracia de la misericordia de Dios y que ofrecen lo mejor que ellas poseen para la alegría del otro.

Es al mismo tiempo el encuentro de último profeta del Antiguo Testamento con el profeta de las promesas tantas veces anunciadas. Encuentro de dos testigos: el uno de la luz que viene dominar las tinieblas, el otro el testigo de la verdad. Encuentro también lleno de alegría porque la luz y la verdad siempre aportan la verdadera alegría.

María, retomando el simbolismo del Arca que portaba la presencia de Dios, lleva en su seno al que es la alegría del mundo; Isabel lleva en su seno al nuevo David que danza y canta, mostrando a todos los pueblos al Mesías que llega.

Dos madres que quedan escondidas ante la mirada del mundo y cuyos senos florecen con el más grande acontecimiento. Así actúa Dios en el silencio, en la generosidad y en la alegría.

Nos acercamos ya a los días de Navidad, ojalá también nosotros llevemos en nuestro interior la presencia del Mesías; ojalá nuestro compartir esté lleno de generosidad y de verdadera alegría; ojalá también bailemos de felicidad, pero mostrando al que es la Luz y al Cordero que puede dar la verdadera libertad.

Contemplemos en este día a estas dos mujeres, compartamos su alegría y pensemos nosotros a quién y cómo estamos llevando felicidad, cómo compartimos nuestros bienes y cuáles son nuestras alegrías.

De la fe de María, de la fe de Isabel, porque han creído en la Palabra, han nacido estos dos grandes testigos de la verdad y de la luz.

Que de nuestra fe broten también la verdad, la luz y la justicia.

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