Miércoles de la VII Semana de Pascua

Jn 17, 11-19

Un grupo de padres de familia se cuestionaba seriamente sobre la forma de proteger y de cuidar a sus hijos. Cuando escuchan todas las situaciones de los adolescentes y de los jóvenes, las formas de pensar, los graves peligros a que se exponen no pueden dejar de pensar en los propios hijos y se hacen esa terrible pregunta: “¿También mis hijos piensan y viven así? ¿Cómo puedo protegerlos?” Y hay quienes optan por negar todo permiso y casi tenerlos secuestrados en casa, pero esto no es suficiente ni garantiza inmunidad.

Jesús, en la oración de su despedida, parece también preocupado por sus discípulos y por todo lo que pueda pasar con ellos. Reconoce que el mundo, en el sentido que lo dice San Juan, es peligroso y contaminante y que quien no se ajusta a sus valores se hace objeto de su odio. Y quiere preservar a sus discípulos de esa contaminación pero está seguro que no los preservará del odio porque a Él mismo lo han odiado. Y da caminos para protegerlos de esos peligros: lo primero es encomendarlos en su oración al Padre.

Tanto los ama que quiere hacerles sentir la presencia y la protección continua del Padre. Les asegura que el Padre los ama y los invita a permanecer en unión con el Padre y con los hermanos.

La unión dará fuerza a los cristianos ante los problemas del mundo, la unión dará fuerza a la familia, la unión dará seguridad y apoyo a los hermanos. No es la unión que se hace agresión contra los demás, sino la unión que se abre a la posibilidad del encuentro de los hermanos. No es la unión que se cierra y se oculta, sino la que da apertura y vida. Es la unión y seguridad que tienen los hermanos que se aman y que sienten la presencia del otro aun en los peligros del mundo.

En la oración que Jesús hace a su Padre nos ofrece otras pistas para protegerse de los peligros: “santifícalos en la verdad”. Santificación y verdad, son dos caminos que aseguran la preservación en medio del mundo.

La santificación entendida como vivencia del amor del Padre, y la verdad que manifiesta lo que vivimos y tenemos en nuestro corazón. La oración de Jesús nos ofrece pistas para padres preocupados pero también para discípulos que vivimos en el mundo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *