Feria Privilegiada 22 de Diciembre

Lc 1, 46-56

El Magníficat es un compendio de virtudes. María canta su salvación por Dios. María canta la salvación de Dios a los pobres, a los humildes, a los hambrientos. Es el canto de todo el pueblo de Dios, heredero de las promesas hechas a Abraham.

El planeta en que vivimos está lleno de incongruencias; mientras hay zonas en que la gente se muere de hambre en otras se tira la comida; los humildes pasan inadvertidos y solo tienen cabida los poderosos y prepotentes; muchas personas huyen de sus países para buscar una vida mejor y se quedan por el camino sin conseguir su sueño; todo son prisas y las cosas son para el momento; sin reloj ni sin móvil hay quién no puede vivir. Viendo este caos el ejemplo de María nos debe hacer tocar de pies al suelo y comprender que muchas cosas son innecesarias y lo más importante es el amor, a Dios y al prójimo.

En el léxico actual hay una palabra que está muy de moda “Solidaridad” que va unida íntegramente al Amor. En la encíclica “Fratelli Tutti” el Papa Francisco nos habla del amor y de la solidaridad: (94). “El amor implica algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida.”

(115) “La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás” (116) “Solidaridad es una palabra que no cae bien siempre, yo diría que algunas veces la hemos transformado en una mala palabra, no se puede decir; pero es una palabra que expresa mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos”.

María era solidaria, siempre atenta a las necesidades de los demás y dispuesta a ayudar al prójimo. La Bienaventurada y Mediadora de todas las Gracias no tuvo prisa ante la necesidad, era consciente que su prima la necesitaba, se puso en camino, no tenía miedo a las dificultades que pudiera encontrar, y se quedó con Isabel para cuidarla y socorrerla en lo que precisase. “María se quedó con Isabel unos tres meses” y después volvió a su casa.

¿Cómo Predicadores, somos estériles o fecundos?

¿De qué lado estamos nosotros, de los humildes o de los poderosos?

¿Nos ponemos en camino para socorrer al prójimo?