Col 1, 15-20
Hay cantos y oraciones que se nos quedan en el corazón. Hoy la primera lectura nos ofrece uno de esos himnos donde las primeras comunidades expresan su fe y el lugar que le dan a Jesús.
Me llaman la atención unas frases que nos ayudarán para fortalecer también nuestra fe. Cristo se nos presenta como la imagen de Dios invisible. Este acercamiento de Jesús a cada uno de nosotros para que lo podamos tocar, mirar y seguir, es el gran anuncio y el más grande acontecimiento. Cristo viene a hacerse uno de nosotros y ya podemos entablar una comunicación con Dios. No estamos solos ni perdidos en el mundo. Cristo nos muestra la ruta para acercarnos a Dios su padre y nuestro padre.
Este himno además nos habla del lugar que debe ocupar Jesús: sobre los principados y dominaciones, fundamento de todas las cosas creadas, las del cielo y las de la tierra. Cristo es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia.
Hay ocasiones en que al mirarnos como Iglesia nos sentimos indignos de tal nombre, miramos nuestras miserias y nuestras infidelidades y nos da vergüenza. Sin embargo, Cristo ama su Iglesia y la purifica, la limpia y la embellece. Esto debe fortalecernos a cada uno de nosotros y, como nos lo dice San Pablo, poner a Cristo por centro de nuestra vida.
Que él sea el fundamento de todo lo que hacemos. Que no hagamos las cosas por otros intereses o preocupaciones, que nuestra primera pregunta sea ¿qué quiere Jesús en este momento?
En él está toda nuestra confianza porque por su sangre quiso reconciliar todas las cosas y darles paz.
Os invito a que, si es posible, leamos con mucha atención este himno que pone a Cristo en el centro de nuestra vida. Que este día lo sientas así porque Cristo de verdad es el centro de tu vida.