Jn 1, 19-28
Hay una pregunta crucial que todos alguna vez nos hemos hecho: “¿Qué dices de ti mismo?”. Contestar a esta pregunta nos enfrenta con nuestra realidad más honda y exige de nosotros un ejercicio de humildad y sinceridad auténticas. Porque todos vivimos esclavos de la imagen, la autoimagen y la imagen que los demás se hacen de nosotros. En esta era de la globalización, nos hemos creado necesidades que nos sitúan en la superficialidad y la banalidad, que no nos permiten profundizar y discernir qué es lo que en la vida cotidiana me ayuda a dar la mejor versión de mí mismo.
Juan Bautista nos muestra hoy el camino para alcanzar esa conciencia sobre uno mismo que no nos aleje de lo que en verdad somos, sino que nos permita conectar con nuestro yo más profundo para potenciar los talentos que Dios nos ha dado y para integrar los límites y debilidades que toda vida humana lleva consigo.
Tres veces contesta Juan Bautista “No lo soy”, a los que ya creían en él como Mesías o el Profeta que Dios enviaría delante de Él. “Yo soy la voz”, una voz que nos invita a la conversión y a pasar del “otro lado del Jordán” a la tierra prometida. Por eso él sabe situarse en el lugar correcto, a los pies del que viene a abrir un camino de liberación y sanación para todos nosotros.
Si estás en la otra orilla, y te sientes alejado, desesperanzado, triste, abatido, solo, hundido, descartado, ¡no temas!, esta buena noticia es para ti. Reconoce quién eres, reconoce Quién habita dentro de ti y ponte en camino para cruzar el Jordán de tu vida y pasar a la tierra prometida de la vida eterna, la vida plena, que goza de todo lo bueno, bello y verdadero que hay en el mundo y que es para ti.