Viernes de la IV Semana de Cuaresma

Sabiduría 2,1.12-22

Aunque históricamente los malvados de que habló la primera lectura son judíos de Alejandría que han asimilado una mentalidad materialista y hedonista (de amor a los placeres), el texto es una palabra profética que se aplica completamente a Cristo y también a sus seguidores.

Esto nos ayuda a tratar de profundizar en su pasión y muerte, en sus penas físicas, pero, sobre todo, en sus penas internas: la experiencia del rechazo, de su aislamiento, la experiencia del mal que lo rodea y lo asalta, y a pesar de todo eso, Él  es solidario con esa humanidad pecadora para salvarla, es el Santo en contacto con el pecado: asco y misericordia, acercamiento salvífico a lo que le es repelente.  Lo que experimentó Cristo lo experimentará el que lo siga.

Jn 7, 1-2. 10. 25-30

La fiesta de los Campamentos o de las Tiendas, caía en septiembre y recordaba el tiempo de la peregrinación por el desierto y también era fiesta de agradecimiento por la terminación de las cosechas.

El problema de la mesianidad de Jesús: «¿de dónde viene?»

Había una creencia en la época sobre el origen misterioso del Mesías: «nosotros sabemos de dónde viene éste».  Sí conocían su lugar de origen, conocían a sus parientes, pero no conocían lo más profundo.

«Yo vengo del Padre»,  es la afirmación contundente de Jesús.  Jesús es la Palabra eterna del Padre.  Jesús es el testigo del Padre.

Vivamos nuestra Eucaristía a la luz de este testimonio.