Ez 1, 2-5. 24-28
Por dos semanas oiremos al profeta Ezequiel hablarnos en nombre de Dios.
Ezequiel, con Isaías, Jeremías y Daniel, es uno de los profetas mayores. El mismo nos dice que es de familia sacerdotal y que está en la cautividad de Babilonia cuando tiene en éxtasis, «la visión» de Dios. Nos dice Ezequiel que: «se posó sobe él la mano de Dios» con la cual expresa que su misión es obra de Dios. ¿Cómo expresar lo que es Dios? Para ello no tenemos sino nuestras imágenes materiales, sino nuestras experiencias humanas, por esto el profeta acumula una serie de realidades significativas que expresan grandiosidad: viento huracanado, nube, relámpagos, «el brillo del ámbar», dice nuestro texto.
Esta suprema y terrible majestad, no lo olvidemos, va a aparecer ante nosotros en la sencillez y humildad de Jesús. Esta es la maravilla de nuestra fe. El infinito se hace pequeño, el eterno entra en nuestro tiempo, el Todopoderoso se hace dependiente, el puro espíritu nos aparece en nuestra carne…
Mt 17, 22-27
Hoy hemos escuchado el segundo anuncio de la Pasión del Señor. La presentación de su camino; la Pascua es algo que inquieta, escandaliza que es objeto de rechazo. La traición, los sufrimientos, la muerte son cosas que afectan radicalmente nuestra sensibilidad. Aquí Jesús los presenta como expresión de obediencia y amor. El anuncio de la resurrección y de la gloria como resultado de esos dolores, no es comprendido. El camino pascual del Señor: «se entregó hasta la muerte y muerte de cruz; por eso le dio un nombre sobre todo nombre» es también nuestro propio camino.
En ocasiones se ha presentado a Jesús como un revolucionario que ataca y destruye el orden antiguo. Los evangelios, en cambio, nos lo presentan como un fiel observante de las prescripciones y ritos antiguos.
Los fieles israelitas debían pagar cada año dos dracmas para el Templo y su culto. Aunque Jesús, como Él lo explica, no estaba obligado a ello, lo cumplió «para no dar motivo de escándalo». Es de notar la importancia de la figura de Pedro: a él se dirigieron los cobradores del impuesto y él responde en nombre de Jesús. Con la moneda maravillosamente encontrada pagará su deuda junto con la de Cristo.
Que la fuerza del don del Señor nos ayude a seguirlo siempre en su itinerario pascual.