Lunes de la XXVI Semana Ordinaria

Job 1, 6-22

Esta semana leemos páginas escogidas del libro de Job.  Este es un libro sapiencial que trata de responder en forma poética al gran interrogativo que angustia al hombre: ¿por qué el mal?, ¿por qué el sufrimiento?  La respuesta que nos dará el libro es muy correcta en línea filosófica, pero nos deja el corazón helado; en realidad la respuesta la vamos a encontrar hasta la culminación de la revelación, en el misterio pascual del Señor.

La enseñanza de libro de Job es, de todos modos un paso adelante en esa indagación, pues muestra, como lo dice la experiencia, que el dolor y los sufrimientos no son simplemente un castigo al mal comportamiento, y que la salud, la riqueza y otros bienes, sea un premio a las buenas acciones.  Los dos primeros capítulos son en prosa, al igual que el epílogo.  Nuestra lectura inicia presentándonos a un hombre que goza de todos los bienes: familia, posesiones, salud.

Satán quiere decir «el adversario», «el acusador» en un tribunal.  Es él el que opina: si Job es tan íntegro, tan buen servidor de Dios, es porque tiene todo, pruébalo y verás que ya no te seguirá fielmente.

Lc 9, 46-50

Jesús ha ido enfrentando a sus discípulos al plan salvífico pascual: la vida brota de la muerte, la gloria de la humillación, el reinado de la obediencia.  Los apóstoles no entendían y tenían miedo de preguntar.

Hoy hemos oído dos expresiones que muestran la falta de comprensión de los apóstoles.  Todavía les faltaba la experiencia de los hechos pascuales de la pasión y resurrección del Señor y les faltaba, sobre todo, el don del Espíritu Santo.

Los apóstoles discutían «sobre quién era el más grande de ellos» y se mostraban celosos del uso del nombre de Jesús: «se lo prohibimos porque no anda con nosotros».  Estas situaciones, tenemos que confesarlo, siguen viviendo más o menos explícitamente entre nosotros en los celos personales o comunitarios.  Pero oímos las respuestas de Jesús, tajantes y determinantes: «el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande» y «el que no está contra ustedes, está a favor de ustedes».

La palabra ilumina el camino que hay que seguir, el sacramento nos da la fuerza del Señor para recorrerlo.