Jn 5, 1-3; 5-16
Hoy día nos encontramos con muchas personas que saben amar y comprender a los demás. Son unos profesionales en el amor. Pero qué hermoso si fuesen mucho más las personas que prestasen atención a los pequeños detalles, si hubiese muchas más personas que bajasen a los más pequeños detalles de la vida ordinaria.
La realidad de Israel podría, en muchos sentidos, parecerse a nuestra realidad
actual. Hay hombres y mujeres que padecen enfermedades crónicas y que pierden
la esperanza; hombres y mujeres que no tienen el privilegio de tener un lugar
donde haya salvación y alivio; hombres y mujeres que quedan a la orilla
buscando una oportunidad que nunca obtienen.
Jesús, aparece con frecuencia acercándose a estos que ya han perdido la esperanza y que pareciera que ya no quieren luchar. A estos, Jesús les devuelve no solo la salud, sino que también les devuelve la fe y la alegría de vivir.
Hay señales que nos pueden llamar la atención y que implican observaciones que debemos de tomar muy en cuenta. Varias de esas curaciones se llevan a cabo en sábado, como para enseñarnos que más allá de la ley, está la persona.
El sábado se había instituido como un espacio de descanso y socialmente como protección sobre todo para quienes más trabajaban: obreros, campesinos y esclavos. Se le había dado además el sentido religioso de dedicar este espacio al Señor. Sin embargo, perdiendo su sentido original, se llegó a convertir en fuente de esclavitud y al romperlo Jesús ocasiona el mayor de los escándalos. No miraban al hombre curado sino que miraban al mandamiento quebrantado.
No eran capaces de descubrir la salvación ni la salud a quien se encontraba desahuciado, si no que les interesaba más la observancia de una ley.
Las palabras de Jesús al paralítico implican una curación a fondo, integral que invitan a mantenerse en la senda recta.
Hay formas de quebrantar las leyes y de esta nos quiere liberar Jesús. Esto nos ha de llevar a descubrir la forma de su actuar y la recta forma que nosotros debemos imitar en nuestras acciones. No debemos esclavizarnos a las normas y a las leyes. Para Jesús es más importante la salvación que ofrece y el camino que lleva a la plenitud.
Que esta Cuaresma nos lleve a descubrir lo que hay en el interior del hombre, que debe ser sanado y que así acompañemos a Jesús en su misión.