Miércoles de la II semana de Cuaresma

Mt 20,17-28


Una de las imperfecciones que causan mucho retraso en la vida espiritual y que se mezclan de manera muy sutil en nuestra vida es la envidia. Es increíble que aun como cristianos no sepamos alegrarnos de los bienes y de las bendiciones que reciben nuestros hermanos, sino incluso que en ocasiones sintamos hasta coraje de que Dios los haya bendecido.

Caminar con Jesús Camiancaa siempre ha sido un riesgo.  Será entregado en manos de los sumos sacerdotes y de los escribas, lo condenarán a muerte, se burlarán, lo azotarán y lo crucificarán.

¿Qué queda en el corazón de los discípulos cuando escuchan hablar así a Jesús?

El desconcierto es evidente en muchas ocasiones y en ésta aparece más en contraste. Mientras Jesús habla de la cruz, la madre de los hijos del Zebedeo se acerca para pedirle el privilegio.  Es una constante nuestra rehuir el dolor, el compromiso y buscar los primeros lugares.

La madre anhela las mejores oportunidades para sus hijos y pide a Jesús que le concede ese privilegio. Como es natural y cómo nos pasaría también nosotros, los discípulos protesta y se enfadan con quienes quieren estar por encima.

A nosotros nos pasaría también lo mismo cuando alguien quiere sobresalir, cuando alguien quiere estar por encima, nos enfadamos y se suscitan los conflictos.  Baste pensar en nuestras reuniones, nuestros grupos o aún en la misma familia: peleas fuertes por saber quién manda o sacar provecho de las situaciones. 

A los listos de nuestro tiempo viene a decirles Jesús que su práctica tiene otros principios que van más allá de esa ley de la selva donde sobreviven los más fuertes, que su Reino se basa en el servicio, en la búsqueda del encuentro con el otro, en asumir la cruz como escuela de donación y de entrega.

Es triste contemplar en la clase política las trampas y corrupciones que se dan en la búsqueda de los primeros puestos.  Aunque se argumenta que se quiere servir al pueblo, la forma en que se busca despiadadamente el poder, nos hace temer que no se entiende qué es el servicio y que no se piensa al estilo de Jesús.

¿Qué le decimos hoy a Jesús?  Es cierto tenemos miedo al servicio y a la cruz, pero Él nos ha dado ejemplo y nos asegura que hay otro camino para darle vida al pueblo y que este camino es el mismo que Él ha elegido.

Este día contemplémonos en nuestras diferentes situaciones y busquemos también nosotros imitar a Jesús que ha venido a servir y no a ser servido.

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