Miércoles Santo

Mt 26, 14-25

Hemos escuchado hoy en el evangelio, la traición de Judas.  La traición acaba con el amor más perfecto: el amor de la amistad.  La traición mata el amor, en su raíz.

¿Cómo se llega a la traición? Primero por el deseo desmedido de intereses materiales: el dinero, que me lleva al poder y a la vida egoísta, complaciente y sensual. Y en segundo lugar, por la falta de trato con el amigo, que me deja y me mantiene en la ignorancia, y al no conocer bien el valor del amigo: de lo que es, de lo que vale, de lo que tengo con su trato, de lo que me hace vivir, no le hago aprecio y entonces, sin dificultad, lo vendo o lo abandono.

Hoy vemos a Judas vendiendo a Jesús por un deseo desmedido de dinero.  El dinero y el poder, a Judas le hicieron traición. No lo olvidemos nosotros tampoco: el afán desmedido por el dinero, por el tener con avaricia, el gozar materialmente, sin límites, el prestigio de marcas en el vestir, me pueden hacer traición, y quedarme como un despojo de un mundo despiadado, sin amistad, y ver cómo me quedo solo, marginado, olvidado, cuando mi situación es adversa. 

Que sólo se quedó Judas, sin el amigo Jesús, porque el dinero no es amigo, es tirano, y Judas se ahorcó. Cada día hay más personas que se quitan la vida, hay dinero, pero no hay verdaderos amigos, solo compañeros de billeteras, tarjetas de crédito.  “Tanto tienes, tanto vales”.

Jesús hace un gesto de comunión, de amistad, al pedirle a Judas que sea él el primero que moje su pan. Es un gesto simbólico de reconocimiento, de aprecio, de amistad. Por parte de Jesús no hay ninguna condena, sino el ofrecimiento de su amistad, porque “Él nos amó primero”, como dice San Juan. Y nos ama  y nos acoge tal como somos y tal como estamos en cada momento; tal como tú te sientes: mediocre, miserable, marginado, perverso, traidor. 

Déjate perdonar para que empieces a vivir de nuevo, con una mayor realidad y sinceridad la amistad con Jesús, para que experimentes, para que sientas que te quiere como eres y cómo estás. Basta ya de traiciones grandes o pequeñas, porque la traición nunca es pequeña o grande; la traición es siempre traición.

Es Judas el que se cierra al amor y a la amistad, porque el deseo exagerado de dinero ha endurecido su corazón. Es él, el que se excluye, al rehusar la mano tendida de su amigo Jesús. Jesús estaba habituado a “comer con pecadores”. Y en esta noche de la cena Pascual, tampoco ha rechazado a un traidor. Es Judas, quien se separa de Él, porque en realidad de verdad, le conoce poco. Estaba con Él, pero su corazón estaba muy lejos de Él. Trabajaba con el grupo de los discípulos de Jesús, pero estaba con ellos con espíritu y actitud de jornalero.

Judas no conocía, ni trataba mucho a Jesús. Estaba con Él, pero vivía lejos de Él. Esto puede también ocurrir en nuestra vida y ser la causa por la que abandonamos o vendemos a Jesús: la falta de trato y conocimiento del amigo, que me mantiene en la ignorancia y en la falta de experiencia vivida, y al no conocer bien el valor de la amistad: de lo que es, de lo que vale, de lo que me enriquezco en el trato con este  amigo, de la vida abierta y esplendorosa que me hace vivir, entonces, sin dificultad lo vendo o lo abandono y lo critico, porque confundo a Jesucristo y su Iglesia, es decir los cristianos, con los judas, que encontramos en medio de la comunidad cristiana, sean padres, laicos u obispos. Y así estropeamos y destruimos el buen ambiente y fraternidad de una parroquia y hasta de un pueblo, porque nosotros no entendemos lo que es la amistad, ni de Jesús somos entonces amigos, pues, si entre sus apóstoles, que él mismo escogió, se dio un ladrón y traidor, Judas, ¿cómo vamos a pretender que en las asambleas cristianas de la diócesis o parroquias, no los haya?

Pero Judas, endurecida su mente y su corazón por el dinero y la falta de trato con el amigo, y así sólo, amargado, decepcionado de sí mismo, arrojará más tarde las treinta monedas de plata por el suelo del templo y se ahorcará, desesperado. No conoció al amigo. No supo lo que era la amistad, que es el amor más perfecto.

Que descubramos nosotros en esta Semana Santo, el amor con que nos ha amado Jesucristo, hasta morir, y su amistad que nos ha ofrecido y que nunca traicionemos ese amor a Él.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *