Mt 23, 13-22
El evangelio de hoy nos presenta una reprimenda dura para aquellos que llevan una fe fingida (fariseos y escribas). Tratan de aparentar ante los demás saber la ley y la anuncian, pero para vivirla le hacen sus propias «acomodaciones».
Hemos sido llamados en Cristo para apoyarnos y estimularnos unos a otros, no para destruirnos. En la Cruz de Cristo quedaron destruidos nuestros traumas y nuestras rivalidades. No podemos celebrar la Eucaristía y continuar atacándonos mutuamente. Desarrollemos actitudes positivas, y estimulantes, actitudes de triunfadores, que impulsen la superación de todos.
Preguntémonos hoy si nosotros, en algunos momentos, no buscamos acomodar el evangelio a nuestra «propia conveniencia» a fin de llevar una vida más cómoda.