Lc 6, 27-38
El cristiano es en definitiva una persona distinta a las demás.
Sus criterios no van muy de acuerdo con los del mudo pues ha adoptado la «ilógica» manera de pensar de su maestro.
Lo más extraño de todo es que a pesar de lo ilógica que parece la enseñanza de Jesús es la única que nos garantiza la verdadera felicidad. Y es que quien sigue de cerca a Jesús, aprende a dar y no solo a recibir, a perdonar, a pesar de ser el ofendido, a amar cuando solo se recibe ingratitud…
Y es curioso, pero quien obra así experimenta una gran alegría y sobre todo una profunda paz, , sin embargo, todo esto solo pude ser conocido y vivido desde adentro. Es decir, es necesario, por un lado buscar el vivir de acuerdo al evangelio, pero por otro y quizás más importante, permitirle al Espíritu Santo conducir nuestra vida.
Seamos hombres y mujeres diferentes, auténticos seguidores del Maestro, y mostrémosle al mundo que en la «ilógica» del evangelio está la felicidad.