Viernes de la XXXII Semana Ordinaria

Lc 17, 26-37

Nos hallamos ante un pasaje un tanto oscuro, donde Jesús habla a sus discípulos del “día de la manifestación del Hijo del Hombre”. Pero ayudados de otros pasajes evangélicos, que también tocan este tema, podemos quedarnos con algunas verdades claras.

En tal día se producirá un juicio sobre la humanidad entera, hombres y mujeres. Sabemos lo que va a pasar ese día. Esclarecedora la frase en la que de Jesús vuelve a insistir en este pasaje: “El que pretenda ganarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará”. Por eso, los seguidores de Jesús no hemos de tener miedo a este día, porque hemos intentado en nuestro trayecto terreno hacer caso a Jesús y entregar nuestra vida amando a los demás y no reservándola para nosotros. Ya en esta tierra hemos experimentado el gozo de la entrega, el gozo del amor a los demás. En el día del juicio ese gozo se va a hacer más grande, va a inundar toda nuestra existencia y oiremos a Jesús decirnos: “Venid benditos de mi Padre a tomar posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”, porque entregasteis vuestra vida en la tierra, disteis de comer al hambriento, de beber al sediento.