Mc 3, 20-21
Realmente Jesús no predicaba ni actuaba de acuerdo con los criterios humanos. ¿Cómo puede alguien proclamar dichosos a los pobres, los enfermos, los que sufren, los que tienen hambre y sed, cuando todos -antes y ahora-, deseamos la seguridad, el confort, la salud, el bienestar, todos estos bienes humanamente razonables?
Este breve texto no nos dice nada del modo de proceder de María la Madre de Jesús; sin duda continuaba silenciosa, meditando todo lo que veía y oía en su corazón, pero sí nos transmite el evangelista la reacción de otros parientes que fueron donde Él para llevárselo porque pensaban que estaba mal de la cabeza y con su modo de actuar como predicador ambulante, los dejaba en mal lugar, enfrentándose al modo de entender y practicar la religión… Ayer como hoy, no nos gusta salirnos de nuestros esquemas, de nuestra rutina, de nuestro modo de ver las cosas, de nuestra cotidianeidad.
¿Cómo podía un simple artesano de Nazaret hacer milagros en nombre de Dios, relacionándose con la gente baja del mundo, tocando a los impuros leprosos, manchando su reputación al tratar con mujeres de mala vida…? Realmente a Jesús no lo entendieron sus familiares ni la gente “bien”. Y nosotros, dos mil años después, ¿lo entendemos?, ¿acogemos su palabra y su modo de proceder tratando de vivir como vivió Él con la confianza puesta en la providencia del buen Dios que viste los lirios del campo y alimenta las aves del cielo?; ¿vivimos esta confianza y este abandono, o somos esclavos del raciocinio que todo lo quiere tener controlado, programado, ajustado, sin dar cabida a las sorpresas que la amorosa libertad de Dios quiera presentarnos? Si María hubiera actuado con “cordura”, con “prudencia”, nunca habría dicho sí al plan que Dios le presentó, pero no, se jugó la vida al ponerla en manos del que es poderoso y no quedó defraudada.
Nuestro tiempo
Los muchos que acudían para ver, oír y ser sanados por Jesús, “no los dejaban ni comer…”. Y nosotros, ¿qué hacemos con nuestro tiempo?, ¿lo dedicamos a ayudar, acompañar, consolar al triste, a hablar con Dios o de Dios al que vive en la soledad y en la incertidumbre de los tiempos actuales o pensamos sólo en nosotros mismos?
¿Te atreves a ser un loco por Cristo y por su Reino?