Mt 7, 7-12
Jesús nos pide a sus seguidores que conjuguemos estos tres verbos: “pedid, buscad y llamad”. Somos fuertes y débiles a la vez. La tentación de desviarnos del camino que Jesús nos indica está siempre ahí. Por eso, hemos de pedirle que no nos deje caer en la tentación de darle la espalda y hacer lo contrario de lo que él nos indica. También tenemos que ser buscadores. Buscadores continuos de Dios, de su voluntad, lo que nos lleva a buscar y encontrar cómo quiere Dios que nos relacionemos con los demás, con el mundo, con nosotros mismos, con Él, porque ahí hallaremos la felicidad que todos deseamos. Vosotros, ante todo, “buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura”. En esta misma línea, tenemos que llamar.
Acercarnos a la puerta de Jesús, que siempre la tiene entreabierta, y él nos la abrirá de par en par y nos invitará a cenar con él, ofreciendo el alimento de su amor, de su perdón, de su pan, de su vino. Tenemos que vivir uniendo estos tres verbos: “pedid, buscad y llamad”.