
Gen 37, 3-4. 12-13. 17-28
Ya en los primeros capítulos del Génesis, hemos visto hasta donde es capaz de llegar el hombre cuando se deja llevar por la envidia.
La historia de José no es diferente a la de Caín y a muchas historias que se continúan escribiendo hoy en día en las cuales, las envidias y el interés desmedido siguen llevando a muchos a vender a sus hermanos por un poco de dinero.
La envidia y el afán de riquezas y de poder continúan siendo una de las principales causas de injusticia en muchos ambientes de nuestra sociedad económica.
Pudiera ser que nosotros no seamos directamente los causantes de estas injusticias, sin embargo, como en el caso de los hermanos de José, nuestro silencio avala y coopera a que la injusticia se realice.
Aprovecha esta Cuaresma para crecer en el amor a los hermanos y así ser un instrumento de Dios para que la justicia sea una realidad en tu medio.
Mt 21, 33-46. 45-46
Quizás, y a propósito de esta parábola de Jesús, sería bueno el preguntarnos: ¿qué hemos hecho de nuestra vida, de la viña que el Señor nos confió el día de nuestro bautismo?
¿Podríamos decir que hemos o estamos produciendo frutos? O ¿Nos hemos apoderado de ella, sin respetar a aquellos que nos han sido enviados para pedirnos cuentas (padres, hermanos, amigos, sacerdotes)?
Y ¿qué podríamos decir de la viña que nos entregó nuestro Señor en nuestra familia, en la esposa, en los hijos, y en general en todo lo que poseemos?
Es bueno recordar siempre que no somos dueños sino administradores y que al menos una parte de los frutos le tocan al Señor.
Este tiempo de cuaresma puede ser una buena oportunidad para cambiar nuestra actitud en relación a cómo vivo mi bautismo y como administro los bienes y las gracias que Dios me ha dado. No vaya a ser que corramos la suerte de los viñadores de la parábola.